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En Samborondón conductor de bus fue: ¡‘Madrugado’ a plomo!
La víctima se iba a subir al micro en el que laboraba cuando llegaron sus verdugos y le dispararon. Su esposa lo esperaba en casa para ir de paseo.
Faltaban dos minutos para que Gonzalo Gualberto Romero Vera se subiera al bus intercantonal en el que trabajaba como conductor y emprendiera, como todos los días, su viaje a Guayaquil.
El hombre, de 48 años, estaba parado junto a la puerta de ingreso de la cooperativa de transporte donde laboraba desde hace dos décadas, cuando fue interceptado por dos sicarios, quienes llegaron en una motocicleta y le dispararon.
Sin tiempo a reaccionar, Gonzalo solo pudo dar dos pasos, mientras que sus verdugos le descargaban los cuatro tiros que acabaron con su existencia.
Este último suceso, con el que ya suman nueve muertes violentas en el cantón Samborondón, durante 2021, ocurrió a las 04:40 de ayer, en las calles 31 de Octubre y Bolívar.
El mayor Dennis Cárdenas, de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased), indicó que la víctima no registraba antecedentes penales, por lo que aún no hay indicios que conduzcan a los asesinatos y a las causas del crimen.
“Por información de testigos sabemos que se acercó un hombre y le disparó. Podría tratarse de una motivación sentimental, pero eso lo determinarán las investigaciones”, manifestó el oficial de la Dinased.
Perpetrado el crimen, los asesinos huyeron en el liviano vehículo en el que llegaron, mientras que el cadáver fue llevado al Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de Guayaquil.
A este sitio acudieron varios familiares. Su esposa Angélica Abad Castro contó que Gonzalo salió de su hogar a las 04:15 para ir a trabajar. “Le dije ‘mi amor, no vengas tarde’. Él me dio un beso y me respondió que haría lo posible para estar antes de las seis de la tarde y que me iba a llevar a un paseo”, recordó.
También mencionó que a las 04:40 un compañero de su esposo tocó la puerta de su casa y angustiado le dijo: “Mataron a Gonzalo”.
Apresurada corrió hasta la cooperativa donde trabajaba su cónyuge, con la esperanza de que se tratara de una confusión. “No podía creer que se tratara de mi esposo, tenía la tarjeta de marcación en su mano. Él no tenía enemigos. No me explico las razones que tuvieron para matarlo de esa forma. Pido justicia”, manifestó llorando la viuda, mientras sus familiares le daban consuelo.