Samantha Mena es una influencer con ‘flow de barrio’. La joven, de 20 años, tiene casi medio millón de fanáticos que le siguen en todas sus redes sociales.

Se hizo famosa por las ocurrencias que narra en los videos que hace para su cuenta de TikTok, Samanthrux Mens. Según ella, no es un personaje, simplemente “me desarrollo ante la cámara como soy en mi diario vivir”.

Los videos que más reproducciones tienen son aquellos en los que baila música chicha haciendo ademanes como si estuviera ‘volteando’ un cuchillo. Su artista favorita es Margarita Lugue. “Algún rato voy a grabar un video con ella”.

También se hizo reconocida por la forma en la que viste: raperísima. Se pone gorras planas, usa bermudas, sacos anchos y escucha al artista fallecido Mexicano 777.

En su cuenta de Facebook se hizo viral una foto de ella afuera de una facultad universitaria en la que se la ve con un mandil, una gorra plana hacia atrás y posando como ‘malosa’, lanzando un piquito a la cámara.

Inteligente y famosa

Pese a que se viste como un rapero que canta ‘maleanteo’ y usa varias malas palabras, Samantha asegura que no es delincuente sino una de las más ‘norias’ de su clase. Y así ha sido toda la vida, según ella. En su trayectoria académica “he sido reconocida por mi buen desempeño como 60 veces”.

Mena vive en el sur de Quito y está en sexto semestre de Ingeniería Química. En el curso también suele hacer videos que ‘pegan’ en las redes. Tiene uno de más de dos millones de visualizaciones en el que muestra lo que lleva en la mochila a clases. Desde los instrumentos de laboratorio hasta el almuerzo que le envió su madre envuelto en funda de basura.

La joven añade que ser influencer le ha dado reconocimiento y, en ciertas ocasiones, harto ‘billuzo’. Y hasta mánager tiene. Sin embargo, al preguntarle si dejaría los estudios por la fama, ella lo niega.

Samantha es famosa por donde camina. En la universidad le piden fotos hasta los ‘profes’ y en la calle se le acercan como si fuese una actriz reconocida de Hollywood.

Geovanna Oña, por ejemplo, cuando vio a Samantha caminar por la avenida América, en el centro-norte de Quito, detuvo su carro y se bajó para pedirle un selfi.

“Mi hija le sigue en todas las redes sociales y admira lo que hace. Por Samantha, ella quiere estudiar en la universidad”, comenta Geovanna.

Luego de tomarse la foto, Samantha va a una de sus ‘huecas’ favoritas, donde pide un ceviche de camarón. “Yo soy del pueblo y me gusta comer en los mercados”, concluye la joven, mientras se sienta afuera de una tienda a comer el plato de mariscos.