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Crónica

La obra de su padre le ayudó a Josías a dar sus primeros pasos.Amelia Andrade-Extra

Salvado con amor y cerebro

La parálisis cerebral ni la hidrocefalia impidieron que Josías Ortega, de 7 años, camine y hable. La fe de su madre y el invento de su padre fueron esenciales para su rehabilitación

Las 72 horas como pronóstico de vida, hoy son 7 años para Josías Ortega Cobeña, quien el 13 de junio de 2013 nació con parálisis cerebral e hidrocefalia, luego de padecer de una asfixia severa: su cerebro no recibió oxígeno por más de una hora y media.

Él es hijo del lojano Servio Ortega y de la manabita Yuly Cobeña, quienes después de 18 años volvieron a ser padres, por cuarta ocasión. “Di a luz a los 43 años, yo pensaba que era la menopausia, pero se trataba de mi embarazo. Mi bebé no vino con complicaciones, no tenía nada en su cerebro, solo me fui en hemorragia y eso hizo que no oxigenara bien. La doctora que lo asistió en el parto me dijo que él estaba moradito y sin signos vitales”, cuenta la mujer.

Por su delicado estado de salud estuvo 38 días hospitalizado, de los cuales 15 permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Los médicos les dijeron a Servio y Yuly que se prepararan, pues era probable que el niño no hablara ni caminara, que sería un vegetal.

Unas arterias del cerebro se le reventaron y taparon unos conductos. Debían operarlo para que drenara el líquido cerebral, le explicaba un doctor.

Pero Yuly se resistía a vivir un fatal desenlace. Se acercaba a su cuna #5 y le decía a su bebé: “No tienes nada, no estás solito, aquí contigo están los ángeles. No se movía, solo sabíamos que estaba vivo por la máquina de los latidos del corazón, pero un día oré por él y reaccionó, incluso le dio hasta hambre y esa noche le quitaron el oxígeno”.

Al pequeño le gusta cantar y para ello usa el celular. Su casco de esponja, también creado por su padre le ayuda a amortiguar los golpes.Romina Almeida-EXTRA

Ella no aceptaba el diagnóstico, confiaba en que la última palabra la tenía Dios.

Yuly es dueña de una fe atrevida, pues con certeza pregonaba el día del alta de su pequeño. “Yo les indicaba a las otras madres de la maternidad que mi niño saldría un jueves, ellas me preguntaban si lo iba a sacar sin que le dieran el alta, pero no entendían que yo lo declaraba por fe y así fue. Nunca le dije a los doctores y enfermeras que cuiden a mi hijo, porque sabía que el Señor lo hacía”, sostiene.

Nombre que marcó su destino

Desde el vientre de la madre y antes de que les tocara vivir esta prueba, ya estaba decidido el nombre del niño, Josías, que significa ‘al que Dios ayuda’. Su origen es judío y la tradición de este pueblo es escoger los nombres de su descendencia no por el simple gusto, sino porque marcan el destino del bebé.

Yuly reconoce que también tenía momentos en los cuales su fe menguaba, pero eso la hacía orar más. Le pedía al Todopoderoso que no lo operaran, que él pudiera caminar y si su voluntad era llevárselo que lo hiciera pronto, para no encariñarse tanto con él.

Comenzó a crecerle la cabeza y se le brotaban los huesos, empezaron a deformarse, yo le sobaba y oraba. Esa era su medicina”, manifiesta.

En una consulta médica, los padres de Josías llevaron al galeno dos tomografías (con tres semanas de diferencia, una de la otra) y el especialista constató que una masa gris en su cerebro había desaparecido y que el crecimiento de su cabeza era como el de un niño normal, por lo que descartó la operación.

Otro prototipo desarrollado por el 'ingeniero' es este de acero inoxidable, para niños más grandes.Amelia Andrade-Extra

El amor en acción...

El pequeño empezó a hablar a los dos años y medio, y a esa edad le dijo a su padre que quería caminar.

Servio lo sujetaba de las axilas para que él experimentara lo que era estar sobre sus propios pies; mientras que su madre colocaba a Josías entre las piernas y amarraba sus extremidades inferiores a las de él y juntos ‘caminaban’.

Al progenitor le costaba ver a los compañeritos de la escuela de su hijo correr, mientras que el suyo solo gateaba.

Para ayudar a su hijo, Servio, quien labora en una oficina de procesamiento de datos, se convirtió en ‘ingeniero’ y creó un andador con materiales de ferretería: tubos de pvc, madera, etcétera. Un video en internet le sirvió para elaborar su prototipo, el cual Josías usó desde los tres años.

“Lo llevaba caminando a la escuela con el andador, todos los días nos hacíamos 1 kilómetro, después comenzó a correr, fortaleció sus piernas”, indica el padre, quien también se volvió en su fisiatra y por medio de juegos lo hacía ejercitar. Sus favoritos eran las escondidas y corridas.

Varias funciones cumplió el andador. Primero le sirvió para caminar, luego para comer y hacer deberes, gracias a la mesa que le adaptaron.Cortesía

Josías empleó 4 andadores, los cambiaba porque iba creciendo y porque su creador los hacía más funcionales, les añadía mesa, silla, etcétera.

A los 4 años y medio abandonó el aparato porque empezó a caminar por sí solo. “Cuando lo hizo por primera vez, no paraba, fue como si se estuviera poniendo al día”, menciona su padre, con quien juega fútbol.

Como se golpeaba frecuentemente las rodillas, Servio le confeccionó unas rodilleras, para ello compró unas coderas de adultos, las ajustó a la medida de su hijo, le cambió la esponja por una más fuerte. También le hizo un casco de este mismo material para amortiguar los impactos.

Servio siempre ha tenido un gran ayudante, su pequeño hijo.Cortesía

Servio tiene otro anhelo y espera poder verlo, que Josías continúe su obra, para ello le enseñará a crear los andadores.

De Ecuador para el mundo

Aunque Josías ya no usa el andador porque alcanzó su objetivo: caminar, esta creación ha sido solicitada por padres de niños con discapacidad física, dentro y fuera del país.

Hace dos años, el mundo conoció el invento de Servio cuando una sobrina lo compartió en sus redes sociales.

Desde España, México, Argentina, Perú, Colombia, El Salvador, Chile, Paraguay, entre otros países, empezaron a llegar las solicitudes. Es más de España y Argentina le pidieron un tutorial para ver cómo los ensambla.

“Por ejemplo, en Perú hicieron un andador en base a las imágenes del nuestro, les sirvió en su momento, pero se les dañó, me consultaron para ver cómo lo arreglaban y en eso estamos. Hace tres meses le donamos un andador a un niño con hidrocefalia. El pequeño era estreñido, pero cuando comenzó a utilizar el andador, empezó a tener movilidad en la parte intestinal y alivió su malestar”, sostiene el ‘ingeniero’.

Dato

  • Los andadores de este tipo solo los venden en el extranjero y sus precios van 1.500 a 3.000 dólares. Esa fue otra razón por la cual Servio se vio obligado a crear más de 100 prototipos para padres con su misma necesidad. Un empresario financia parte de sus creaciones, las cuales son donadas. Si quieres acceder a esta creación puedes comunicar con él al 0986942442.