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Hace dos semanas se registró una fiesta sin autorización con más de 50 participantes.Cortesía

¡Rumba, licor y sangre en fiestas clandestinas de Quito!

El crimen de un hombre en una ‘caída’ devela que estos eventos pueden terminar en hechos delictivos o violentos. La Policía intensifica los patrullajes.

Raúl (nombre protegido) se cubre el rostro con una bufanda y capucha. Tiene rota la nariz y varios moretones. Además, teme por su vida luego de una riña que se registró la madrugada del pasado domingo en una ‘caída’ clandestina, en el sector de La Argelia, sur de Quito.

En dicha gresca asesinaron a su amigo Gustavo Lara con 12 puñaladas y la Policía todavía no encuentra a los responsables. Raúl contó que llegó a las 03:30 a dicha fiesta junto a Lara y otro grupo de amigos.

Luego de 10 minutos, mientras saludaba a unos vecinos, Raúl sintió que les empezaron a ‘llover’ botellas de cerveza. Intentaron salir del domicilio y, según él, seis sujetos lo arrojaron al suelo y le dieron puñetes y patadas en el rostro. El joven vio que uno de los atacantes sacó un cuchillo, forzó con él y logró huir.

Sin embargo, Lara no pudo escapar y lo apuñalaron hasta matarlo. Sus restos fueron velados ayer en la sede barrial de La Argelia. El hombre dejó a un niño en la orfandad.

Fiestas de miedo

Raúl contó que aparte de Lara los agresores le cortaron la mano a su pareja, apuñalaron a otro joven, quien se recupera en una casa de salud, y le rompieron la cabeza a otra mujer. La víctima añadió que los atacantes serían de la barra brava de un equipo capitalino.

El coronel Manuel Gómez, comandante del Distrito Eloy Alfaro, señaló que cuando llegaron a la fiesta clandestina, la madrugada del domingo, todos sus participantes huyeron por distintos pasajes del sector para no ser identificados. “Se decomisaron drogas y alcohol. A la organizadora se le notificó que no se puede hacer este tipo de eventos”, añadió.

Por su parte, el teniente Daniel Martínez, jefe del circuito La Argelia, comentó que las famosas ‘caídas’ se hacen con frecuencia todos los fines de semana en el barrio. Según el oficial, un sábado pueden llegar a suspender hasta 20 fiestas ilegales.

Martínez explicó que como Policía Nacional no pueden ingresar a una propiedad privada en la que realicen una festividad; sin embargo, aclaró que cuando se desarrollan actividades comerciales dentro de esta, como el cobro de entradas o venta de licor, ahí sí pueden intervenir en el evento.

En el caso de la fiesta del domingo, los organizadores habrían cobrado una entrada de tres dólares, con el pretexto de que los fondos recaudados iban a servir para ayudar a un joven enfermo. Esta estrategia, según el oficial, es para ‘amagar’ que tienen organizado una parranda con permisos. Añadió que este tipo de eventos suelen promocionarlos por Facebook y no ponen la dirección.

Las entidades que suspenden
una fiesta clandestina son la Intendencia de Policía y la Agencia Metropolitana de Control.

“Pedimos a los vecinos que no sean alcahuetes de estas ‘caídas’ y las denuncien porque se convierten en focos de inseguridad en los que ocurren hechos violentos y delictivos”.

Rogelio Granda y sus ‘vecis’ conversaban la mañana de ayer sobre la inseguridad que viven en el sector. El morador comentó que se enteró del crimen porque en la misa de Domingo de Ramos el sacerdote envió un mensaje de condolencia a sus familiares. “El barrio se ha vuelto peligroso luego de la pandemia”, concluyó.