Papá Noel no viste de rojo, tampoco llega en trineo para entregar amor y felicidad a los niños en situación de calle en El Recreo, sur de Quito. Este Papá Noel viste de negro. Y el rock es su pasión.

Elías Garzón tiene un corazón de oro. De aspecto rudo por su ropa oscura, dice que decidió ayudar a los pequeños de esta zona dándoles juguetes o golosinas. “Aunque no sea un cambio definitivo, al menos será un momento de felicidad”.

Elías, de 45 años, recoge los regalos en su óptica para darles a los niños vendedores o en situación de calle. “Me quiebro al verlos cuando sus ojitos se llenan de lágrimas y luego ríen”, expresa emocionado.

Es que su infancia, llena de carencias por el abandono de su padre, vuelve a su mente cuando los niños se acercan a su local para pedirle algo. “Cuando mi mamá podía comprarnos una golosina era la alegría más grande”.

El recorrido

EXTRA lo acompañó a su recorrido. Esta vez les llevó caramelos. En la esquina de la calle Lauro Guerrero y avenida Teniente Hugo Ortiz, una niña mira al roquero con gorra navideña y estira la mano. Lo reconoce. “Ya éramos amigos”, comenta Elías.

Su madre, una vendedora de frutas, se asegura de que la pequeña esté a salvo. Se mantiene a unos cinco metros. “Mis hijos pasan con nosotros mientras vendemos, al menos con los dulces se contentan. Muchas gracias”, dice María. Su otro hijo se fue a casa, pero Elías ofreció entregarle su funda.

En los recorridos, este optómetra no va solo. Su hija, de 4 años, lo acompaña. La niña es la más emocionada y exige a su padre entregar las fundas. “También la veo a ella reflejada en esos niños que deberían estar jugando o en la escuela”, expresa Elías que le gusta el death metal y bandas como Gorefest.

Ayuda por donde va

La ruta sigue. Cerca de un centro comercial hay dos niños sentados sobre un puente vehicular pidiendo dinero. “Lo mejor es darles algo de comer, porque el dinero les beneficia a los padres”, explica el ‘rocker’, quien también está acompañado por su amiga Belén Hidalgo, de 32 años.

Ambos comparten el gusto musical. La mujer, que viste de negro y que le resalta un gorrito rojo, apoya la iniciativa. “Me gusta la labor que hace, es un granito de arena”.

Pero Elías no solo aporta en Navidad, sino como optómetra. Ha ido a comunidades alejadas para ofrecer exámenes a personas de bajos recursos. “Es increíble cómo las personas creían que ver borroso era normal. Cuando les dábamos los lentes lloraban de emoción”.

También se declara defensor de los niños, pues cuando acuden a él acusando a un pequeño de perezoso por no anotar sus tareas o de ‘malcriado’ por no querer estar al frente de la pizarra, él detiene esas palabras.

“Nunca un niño es vago, siempre hay algún problema, la mayoría de las veces es que no ve bien”, sentencia antes de culminar el recorrido que da alegría en las calles capitalinas.