No solo el agua caliente del mar (por la presencia del Fenómeno El Niño) estaría ahuyentando la pesca de los denominados pelágicos pequeños o especies de consumo popular: sardina, trompeta, voladora, hojita, pargo, sierra, pampanito, corvina, camotillo, entre otros; ahora con la creación de la reserva marina de 8 millas náuticas conseguir estas especies será más fregado, dicen algunos ‘camelladores’ del mar.

La decisión gubernamental cayó como balde de agua fría al gremio y a los ciudadanos que saben de la medida. Estos últimos creen que la escasez de ‘frutos marinos’ los va a dejar con las ganas de comerlos, pues consideran que los precios ‘ahogarán’ a los bolsillos ecuatorianos.

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La disposición tiene como objetivo garantizar la protección del 100% de ecosistemas de manglares, arrecifes, corales, cordilleras submarinas, islas e islotes y cañones submarinos, por ende preservar a especies marinas.

La queja de quienes laboran en las aguas es que con la reserva marina se habla de protección, pero sostienen que las autoridades se olvidaron de resguardar a los pescadores, su economía, su sustento e incluso su integridad física.

Julio Santos, pescador artesanal de Playas, indica que más allá de las 8 millas no hay pesca. “Solo hay ballenas, lobos marinos y piratas que asaltan; además se corre el riesgo de que los buques mercantes choquen los barcos y se pierdan vidas”.

Su colega y exdirigente Roberto Cruz sostiene que ir más allá de esos límites les implicaría más gastos y tiempo. Se emplearían $ 30 en combustible y 8 horas de viaje; ahora pueden hacerlo (pescar) con 10 ‘latas’ en combustible y 30 minutos de periplo.

“El Gobierno debe sacar a los que de verdad destruyen los manglares o los grandes barcos que hacen ‘roncha’ en el mar, los artesanales no afectan al ecosistema, son pequeñas embarcaciones”, expresa Cirilo Tomalá, dirigente pesquero.

Jimmy López, presidente de la Federación de Organizaciones Pesqueras y Análogos del Ecuador (FOPAE), ente que aglutina a más de 70.000 pescadores, considera la medida destructiva.

“Los peces pequeños no llegarían a las mesas. A esto hay que sumarle el robo de motores e inseguridad que golpea al sector artesanal, más las multas y acciones administrativas que van de 3.000 a 1 millón de dólares impuestas por la nueva Ley de Pesca del 2020, situación que ha derivado en juicios de coactivas, cierre de cuentas bancarias y familias sin trabajo”, revela López.

En Santa Elena existen alrededor de 150 barcos que se dedican a la captura de pelágicos pequeños. En cada embarcación laboran entre 15 y 20 tripulantes.

Para Narciso Marcillo, representante de los propietarios de barcos con red de cerco, la medida paralizaría la cadena productiva que incluye a comerciantes, gaveteros, evisceradores, transportistas. En resumen, familias sin ‘camello’.

Marcillo dice que ya las vedas los detienen, laboralmente hablando, pero si se lleva a cabo el decreto, algunos pescadores se verán obligados a dejar la actividad.

René Carrasco, presidente de la Unión de Organizaciones de Pesca Artesanal de El Oro (UOPPO), cuenta que 6 mil familias viven de la pesca, recolección de conchas y cangrejos.

“Los barcos bolicheros (seiindustriales) quieren hacerse pasar como artesanales, ellos con sus redes van arrastrando la pesca del sector artesanal, que usa redes, pero no máquinas, solo las manos”, manifestó el dirigente.

Alrededor del 60% de los pescadores artesanales esmeraldeños usan redes para sus faenas, según la Cámara de Pesquería de Esmeraldas, los cuales con la vigencia de esta disposición gubernamental ya no podrán utilizarlas y deberán pescar con anzuelos.

Ana Rivera, servidora turística de Santa Marianita (Manta), dice que de la pesca dependen varios comercios y hogares. “Quienes tenemos negocios, si no tenemos abastecimiento no habrá una oferta amplia de platos y los precios serán altos”, expresa Rivera.

La guayaquileña Gladys Loor está preocupada, ella por salud debe comer pescado y con esto considera que los valores se incrementarán y le tocará reemplazar la proteína.

“Después no quieren que las personas honestas se conviertan en delincuentes, si les están quitando la fuente de ingresos a varias familias. ¿El Gobierno les ayudará para que los pescadores adquieran mejores barcos para que puedan navegar? Los piratas pueden andar libremente, y los pescadores, no”, concluye enojada Loor.

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