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Recibió un balazo por defender a su compañero
Tres tipos llegaron en moto a una gasolinera, al norte de Quito, y amenazaron con un arma a los despachadores. El joven moribundo pedía ver a su mamá.
Javier Suasnavas le contó a su madre Fanny Remache que le iba muy bien en su trabajo como despachador de combustible. Ella se alegró y le dio la bendición para que esa suerte no cambiara.
Pero una semana después de ese último diálogo entre ambos, él fue asesinado de un balazo en la gasolinera donde laboraba en la vía a Calacalí, al norte de Quito. Sucedió durante un robo, alrededor de las 19:00 del martes.
Según los datos preliminares, tres sujetos habían llegado en una motocicleta. Uno de ellos sacó un arma de fuego y amenazó a los trabajadores para que entregaran el dinero.
Los ladrones golpearon a un compañero de Javier, quien intervino para que no le hicieran daño, explicó Fanny. En ese momento le dieron un balazo en el tórax, señalaron las pericias iniciales.
Los tipos subieron nuevamente a la moto y huyeron, llevándose cerca de 600 dólares. La víctima, en cambio, caminó unos pocos pasos y se desplomó en el suelo.
La desgracia
“Estaba llegando a mi casa cuando me llamaron a decir que a mi hijo le dispararon”, contó Jorge Suasnavas, la mañana de ayer en la morgue de la capital.
Tras la llamada, fue de inmediato a la gasolinera y se topó con su hijo ensangrentado. “Solamente estaba moviendo su boquita y esperamos que viniera una ambulancia”.
A ese punto llegaron miembros del Cuerpo de Bomberos y trasladaron a Javier hasta el centro de salud de San Antonio de Pichincha. Allá fue ingresado para intentar salvarlo.
Mientras eso pasaba, otros parientes se comunicaron con Fanny para contarle sobre la desgracia. “Me dijeron que mi hijo estaba herido en un hospital. Él había querido verme”.
Ella vive en Guayllabamba –a 61 kilómetros de distancia del punto donde ocurrió el crimen– y cuando avanzaba en un vehículo le llamaron nuevamente para decirle que Javier había muerto.
hermano
Padre primerizo
La víctima fue llevada luego al anfiteatro de la Policía, en el noroccidente de Quito, a donde llegaron sus parientes. Allá, su hermano Bryan Suasnavas recordó que habló con Javier la tarde del martes.
“Era muy sencillo y humilde. Donde vivía le apreciaban todos sus vecinos”, aseguró el familiar. El joven residía en la Mitad del Mundo por la cercanía a su trabajo.
Era padre de familia de un menor de apenas siete meses de nacido, su primer hijo. Sus seres queridos contaron que luego de sacarlo de la morgue lo llevarían hasta su casa para velarlo. Después el funeral se haría en Colinas del Norte, el barrio donde creció y finalmente lo enterrarían en el cementerio de El Condado.
El padre del baleado también labora en esa misma gasolinera, solo que en un turno diferente. Contó que no es la primera vez que ha ocurrido un asalto.
“En una ocasión le rompieron la cabeza a uno de los compañeros”, recordó Jorge antes de llevarse el cuerpo de Javier. Por el momento, no se ha confirmado la detención de algún sospechoso.
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