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Cortes de agua en Quito: ¿Cómo impactan en la economía local?
Pequeños negocios se verán afectados por la suspensión de agua potable. Autoridades indican que la medida es preventiva
Daysi Montalvo tendrá que cambiar el horario en el que prepara los alimentos para venderlos en su negocio de comida, ubicado en Chiriyacu, en el sur de Quito.
Este es uno de los 95 barrios en los que habrá racionamientos de agua potable, debido a la escasez hídrica que se afronta en la capital a causa de la sequía. Dos de los cuatro sistemas que ayudan a la generación de este servicio se están quedando sin abastecimiento.
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Estos se suman a las suspensiones de líquido vital que se realizan en otros sectores de la ciudad, sobre todo en las partes altas, en las que el agua llega gracias a un sistema de bombeo eléctrico. Pero sin luz, se quedan ‘a secas’.
Daysi utiliza agua para lavar las presas de pollo, los cortes de carne, las verduras, las hierbas, las papas, el arroz y otros alimentos. Esto lo hace a las 03:00, cuando llega al local. Además, debe dejarlo limpio a lo que sale, a las 18:00.
Sin embargo, tendrá que replantearse los horarios porque en la zona en la que trabaja el agua se va de 17:00 a 03:00.
La comerciante llevó galones y tinas para tener reservas de agua. En su hogar, en cambio tendrá que sacrificar la preparación del desayuno de sus tres hijos o asearse porque esto lo hacía cuando llegaba a casa.
“Voy a tener que comprar platos y cucharas desechables para atender a mis clientes porque no voy a alcanzar a lavar los utensilios que utilizo para servir la comida y el agua que traigo sería destinada para preparar los alimentos y dejar limpio el lugar”, aseguró.
¿Por qué debemos ahorrar agua?
El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, señaló que en la ciudad se consume más agua de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según la autoridad, cada habitante quiteño utiliza 146 litros de líquido vital por día. Lo que representa un 46 % más de lo recomendado (100 litros).
Muñoz recalcó que, en temas de sostenibilidad, esto “es escalofriante” porque a nivel general se estarían desperdiciando 133 millones de litros diarios.
Desde su pequeño negocio, Matilde Salas indicó que tendrá que aportar con el ahorro de este servicio así pierda dinero. Ella vende ensaladas de frutas y los racionamientos tanto eléctricos como de agua también le afectaron su economía. Antes, vendía hasta 100 porciones, ahora no llega ni a 25. Teme que su pequeño emprendimiento se vaya a la ruina.
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Esta nueva normalidad le ha puesto en un dilema. Ahorrar agua y sacar menos producto o arriesgarse a que la fruta se le pudra.
Las autoridades municipales iniciarán campañas para disminuir el consumo de agua en la capital. “Todos los días desperdiciamos la cantidad de 45 piscinas olímpicas”, aseguró el burgomaestre.
¿Qué afectación provoca esta nueva crisis?
Oswaldo Landázuri, ingeniero y analista económico, señaló que esta crisis multidimensional que atraviesa el país ha afectado por sobremanera en el consumo de los ciudadanos. Según su análisis, al no existir electricidad ni agua potable, la gente está optando por reducir el nivel de consumo diario.
Por el sector comercial, aseveró que algunos de los propietarios están obligados a restringir cierto tipos de servicios por la misma razón.
“La pequeña economía y los emprendimientos están en una situación frágil. La afectación se ve reflejada en las ventas”.
¿La falta de luz sigue provocando problemas?
Los oficios que se consideraban tradicionales tienen aún menos trabajo que lo que ya experimentaban. En el Centro Histórico, los locales funcionan a medias, pero en el caso de Germán Márquez, un relojero de 65 años la actividad es de cero.
“Si antes ya teníamos poco trabajo porque la gente ya prefiere comprarse un reloj de cinco dólares a reparar uno bueno, con los apagones nos terminaron de liquidar”, dijo.
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Algunos clientes que le quedaban ya no se acercan al portón en el que desde hace décadas ha hecho este tipo de reparaciones. “O está todo oscuro o es un caos por los semáforos. La gente ya no viene”, reclamó.
Si le ‘cae’ algún camello, aprovecha las tres horas diarias que tiene de energía eléctrica, en horario laboral, para apresurarse y terminarlo. “Hay algunas cosas de precisión en las que necesito mucha luz y lupas para arreglar. Es imposible continuar”, agregó.
Tampoco ha optado por alquilar o comprar un generador eléctrico, puesto que su escueta economía no se lo permite. “Saldría en contra”.
Germán ha optado por vender pilas y pulseras para tener recursos al menos para el almuerzo del día. “No sé hacer otra cosa”, lamentó.
En el centro, los negocios permanecen abiertos aunque a oscuras. Algunos restaurantes han optado por hacer menos raciones de almuerzos, ya que tampoco tienen el mismo flujo de clientes. “De 100 almuerzos, ahora vendemos unos 40”, comentó Rocío Flores, dueña de un local.
En su caso los cortes van desde las 12:00 a 18:00 y en la madrugada, por lo que trata de adelantar todos los procesos posibles antes de esa hora. “Dejamos listo para servir y no perder los pocos clientes que nos quedan”, explicó.
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