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Quito

Una madre de familia contó a EXTRA los maltratos de los que era víctima una estudiante. Pidió no ser identificada.RENE FRAGA

Presunto suicidio de colegiala quiteña: la golpearon y ya no pudo caminar

Una madre de familia cuenta lo que sucedería en un tradicional colegio de Quito: drogas, robos, pandillas y hasta se habla de prostitución. La víctima sufría de bullying constante.

Una nube de miedo e incertidumbre circunda a los padres de familia de un colegio del centro de Quito, luego de que se reportara el supuesto suicidio de una de sus alumnas.

María (nombre protegido) rompe el silencio. Cuenta a EXTRA que ella como madre y voluntaria de algunas de las actividades de la institución ha presenciado varias anomalías.

Pidió que su rostro no se mostrara, pues ya tendría amenazas. Incluso ha optado por no enviar a su hija a clases por estos días. Ella conoció a la estudiante de 16 años que se habría suicidado y que fue hallada muerta en su casa la tarde del miércoles.

“Era el primer mando de tambores de la Banda de Guerra. Introvertida, era cercana a nosotros”, dice.

Ella ha tomado la posta de la familia de la víctima para “alzar la voz y no dejar que el caso quede impune”, pues no sería el primero.

Habla con los parientes de la chica y les explica la situación y las declaraciones que dará. “Lo que se sabe y lo que permitan ustedes”, le dice al padre por teléfono.

El sepelio se realizó en Latacunga.CORTESÍA

UNA HISTORIA DE MALTRATO

Johana cursaba el segundo año de bachillerato, su sueño era ser militar, pero hace un año ya habría empezado el bullying de sus compañeros de aula. “Ya le habían pegado, pero decidieron dejar las cosas así para que no llegara a mayores”, cuenta María.

Sin embargo, constantemente la víctima recibía palabras hirientes como “marimacha”, por el simple hecho de llevar el pelo corto.

Pero hace dos semanas habría estallado el detonante de su sufrimiento. María relata que durante la jornada de clases fue atacada de nuevo por sus compañeros. “Parece que ahí le dan un mal golpe, porque ya no podía mover la pierna”.

Se sabe que un maestro ayudó a subirla a un taxi para llevarla a un centro médico, donde le realizaron una tomografía, luego requirió de una resonancia magnética que costaba 380 dólares.

“La familia es de bajos recursos, no tenía para pagar eso”, agrega.

El padre de la agredida habría llegado a un acuerdo con los padres de uno de los atacantes. “Cuando fue a pedir que paguen ese examen lo trataron mal”, explica María.

EXTRA se acercó al colegio para hablar con alguna autoridad, pero el guardia no dejó pasar al equipo. También solicitó un pronunciamiento del Ministerio de Educación, pero a pesar de la insistencia no hubo ninguna respuesta.

La movilidad de Johana era cada vez menor y los diagnósticos no eran alentadores. “Quizá porque vio todo truncado y que no podría caminar normal tomó esa decisión”, espeta la madre de familia.

La menor de edad faltó a clases, según María, desde el día del ataque, por lo que no entiende por qué las autoridades del colegio no dieron seguimiento al caso.

“Indigna que los profesores o las autoridades no hayan hecho averiguaciones o por lo menos hayan preguntado la razón de sus faltas”, expresa.

La familia llevó el cuerpo de la muchacha para su sepelio el jueves en Latacunga, de donde son oriundos. Algunos padres de familia realizaron aportes para colaborar con los gastos fúnebres. “Si no tenían para la resonancia, peor para el entierro”, explica.

Se conoce que ya tendrían un abogado para exigir justicia. 

AULAS DE TERROR

Dentro de ese establecimiento no habría solamente bullying, sino venta de droga, consumo de alcohol, pandillas, robos y se habla hasta de prostitución.

María indica el paquete que encontraron en el espacio donde se guardan las cosas de la banda de guerra. “Es droga, aquí la tengo como prueba de lo que pasa”, dice.

Además, el robo y arranche de celulares sería algo cotidiano. “Tres al día, al menos”.

Incluso su hija fue víctima de eso, aunque ella lo recuperó, pero ya sin chip. María lo toma como una amenaza a las denuncias que ha realizado. “No he sido solo yo. En el Distrito habrá por lo menos cien (denuncias)”, agrega.

De la prostitución, el secreto a voces del colegio habla de que hay hasta una tarifa: dos dólares.