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Quito
Canillita de EXTRA perdió su carrito de cocos en un operativo de control
Franklin Carmona dice que siente angustia de que en cualquier momento llegue un carro y se lleve su herramienta de trabajo. Desde la Agencia de Control explican el proceso.
Cuando Franklin Carmona trabaja tiene la sensación de que “está robando”. Aunque no es así. Le da miedo. Y también angustia de que en cualquier momento llegará un camión a retirarle los productos que vende...
Lleva tres semanas así, luego de que en un operativo de control se le llevaran su carrito de cocos. De este sacaba billete para mantener a su hijo Joel. “No demoró ni cinco minutos. Llegó un carro con varios agentes y cargaron mi coche”, lamentó.
El venezolano, de 53 años, también es canillita de Diario EXTRA y lo primero que hizo fue recoger los periódicos. “Yo no hago daño a nadie, hasta mantengo limpia mi esquina”, explicó.
Él se estableció desde hace tres años en la avenida Ilaló y Gribaldo Miño, en Conocoto, suroriente de Quito.
Allí también labora Margarita Mejía, ella vende donas. Carga un letrero en su espalda y se acerca a los vehículos para ofrecer sus postres. A ella se le llevaron una canasta con al menos 20 dólares de inversión.
“Ahora ya no saco mucha mercadería por el miedo de que vuelvan”, comentó.
Una historia de superación
EXTRA publicó la historia de Franklin el 2 de septiembre de 2020, cuando sufría por la posibilidad de que le quitaran a su pequeño. “La gente pensaba que él también trabajaba (trabajo infantil), pero luego verificaron que solo me acompañaba”, explicó.
Él llegó al país en 2016, huyendo de la persecución del régimen venezolano. “Tuve un atentado y luego hicieron explotar mi taxi”, relató.
Aun así, contó, no ha obtenido su visa como refugiado porque el caso se tomó como un acto de delincuencia común.
Cuando llegó a Ecuador con su anterior pareja y su hijo, se enfrentó también a la separación y abandono de la mujer. “Yo me hice cargo de mi bebé”, comentó.
‘Camella’ duro. Y de a poco pudo comprar un coche para vender cocos y agua de coco. Le costó 150 dólares, pero luego del retiro alquila uno, que aunque desgastado, le sirve para seguir ganándose la vida. “Me cuesta 10 dólares semanales. Gano menos, pero no pierdo el negocio”.
Tiene clientela, por lo que si no corre a entregar periódicos, corre a cortar cocos. “Es injusto que le hagan esto, el señor solo se gana la vida y mantiene la esquina limpia”, dijo Verónica Burgos, una moradora.
La multa para recuperar su herramienta de trabajo es de 250 dólares. “Mejor ahorro para comprar una nueva”, agregó Franklin.
Margarita no ha intentado recuperar su canasta con donas, pues ya debieron dañarse y prefiere ahorrarse el papeleo y la multa.
La Agencia Metropolitana de Control (AMC) informó que el retiro de productos se realiza luego de dos o tres socializaciones o pedidos de que se retiren. Aunque Franklin y Margarita dijeron que eso no pasó con ellos.
“Solo nos entregaron un papel”, dijo él.
Ese, según la AMC, es el inicio del acto administrativo. “Nuestra gestión se basa en la prevención y educación a la ciudadanía sobre las ordenanzas. El retiro es el último recurso”, insistió la entidad en un documento.
Es posible que el coche pase a la chatarrería en seis meses, que es el plazo que tienen los comerciantes para retirarlos. Los productos perecibles solo los pueden retirar hasta dos días después, de allí pasan a las donaciones, según la AMC.