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Quito: vecinos se protegen con rejillas contra ‘choros acróbatas’
El Inca, norte de Quito, está acorralado por la delincuencia. Sujetos encapuchados se convierten en ‘zancos’ para que sus compinches traten de meterse por las ventanas del segundo piso.
Nelson Cadena, presidente del barrio La Campiña de El Inca, en el norte de Quito, hará una reunión con los moradores para recomendarles que refuercen las ventanas del segundo piso de sus domicilios.
El dirigente comenta que bandas de delincuentes tienen una nueva modalidad para meterse a las viviendas. Asegura que uno o dos sujetos se paran firmes en la vereda mientras otro se trepa en sus hombros e intenta acceder por la planta alta.
Miguel Morocho fue víctima de una de dichas bandas. La madrugada del viernes pasado, las cámaras de su casa registraron a un grupo de sujetos encapuchados que trataron de invadir su vivienda. El hombre dijo que quisieron abrir dos ventanas y se percataron de que la de su nieto estaba entreabierta.
A los pillos no les importó que había una cámara de seguridad. “El niño se dio cuenta, hizo bulla y los delincuentes se fueron”, recuerda.
Morocho señala que su domicilio es el octavo al que intentan ingresar bajo esta modalidad. Cadena añade que en dos casas sí lograron meterse para sacar las cosas.
Ante esto, el dirigente menciona que han optado por adoptar perros de raza grande como pitbull, doberman o pastor alemán para que impidan el acceso de los choros.
Cadena añade que este año se intensificaron los robos a domicilios. Presume que bandas de otros sectores vienen a cometer los delitos. Por lo pronto se conoce que dos organizaciones, que se movilizan en un auto blanco y en un azul, estarían causando zozobra a los 1.200 habitantes del sector.
Botón de pánico
El capitán Luis Arias, jefe del circuito San Isidro de El Inca, explica que se han intensificado los patrullajes por la zona para dar con el paradero de los delincuentes.
El oficial reconoce que ante esta nueva modalidad se necesitan estrategias más integrales como la activación del botón de pánico en los domicilios, el ingreso a los chats comunitarios y la gestión de nuevas cámaras de seguridad que también puedan ser monitoreadas desde la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) del sector.
“Esto ayuda a alertar sobre un acto delictivo o a prevenir”.
Uno de los problemas con los que no pueden mediar son los espacios abandonados. Arias dice que han tenido acercamientos con el Municipio para que limpien estas zonas y no se conviertan en puntos críticos donde se esconden los delincuentes.