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Un equipo del Cuerpo de Bomberos extrajo el cadáver del río, a 15 metros de profundidad.HENRY LAPO

Quito: Salieron a pasear por el Machángara y solo regresó el perrito

Joven fue hallado sin vida en la quebrada del río Machángara. Sacó a pasear a su mascota y horas después, el can volvió a casa sin él. ¿Qué pasó? Apareció con un golpe en la cabeza

“Dios mío, ojalá que no sea él”, decían unas mujeres detrás de la cinta amarilla que colocaron ayer los policías al filo de la quebrada del río Machángara, en El Calzado, sur de Quito, donde habían hallado un cadáver.

Eran las tías de Andrés Medina Salazar, quien salió la noche del martes para pasear a su perro. Pero a casa solo volvió la mascota. Ellas relataban la historia a los vecinos y curiosos.

Fue su padre Juan Medina quien madrugó a recorrer el parque junto a la hondonada y vio el llavero de su hijo. Unos metros más abajo: un cuerpo.

Llamaron enseguida al ECU 911 y llegó un equipo del Cuerpo de Bomberos para rescatar el cadáver y agentes de la Dinased.

Angustia

Pasaron al menos tres horas en las que la familia rezaba para que el muchacho, de 18 años, no estuviera muerto.

Mercedes Esquivel, teniente del Cuerpo de Bomberos, comentó que el joven se encontraba a unos 15 metros hacia la quebrada y que se necesitó una canastilla para extraerlo.

“Estaba con buzo y pantaloneta, pero sin zapatos”, dijo.

También se pudo observar que Andrés tenía sangrado nasal y un golpe en la cabeza.

Verónica Arcos, jefa de operaciones del Distrito de Policía Eloy Alfaro, informó que “se descarta que se trate de una muerte violenta”. “Sin embargo, hay que esperar la autopsia”, agregó.

Familiares esperaron por horas para poder confirmar el deceso.HENRY LAPO

Reconocimiento

Los familiares rogaban porque los gendarmes les dejaran acercarse al cuerpo, se negaban a esperar a que los restos llegaran a la morgue para verlo. “¡Aunque sea solo al papá!”, imploraban.

Fueron varios minutos de insistencia hasta que finalmente Juan vio una foto y luego el cuerpo. Luego se acercó a sus parientes con los ojos llorosos. Entonces, el llanto de todos los demás explotó.

“Él era un buen chico, le gustaba jugar básquet”, decía la tía. Al padre debieron darle primeros auxilios, pues la impresión de ver a Andrés lo descompensó.