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A los comerciantes no les queda otra que permanecer encerrados en sus locales, debido al incremento de la delincuencia.HENRY LAPO

En Quito: ¡El Placer tras las rejas!

Los vecinos de este sector dicen que la apertura de un albergue habría incrementado la inseguridad. Hace poco, dos sujetos asaltaron una tienda.

Los comerciantes de El Placer Bajo, situado en el centro de Quito, viven entre rejas. La apertura de un albergue, desde septiembre de 2020, habría sido el detonante, según los vecinos, para el incremento de la peligrosidad. Sobre todo en los últimos tres meses.

“El sector se ha tornado inseguro”, señala Marisol Cordero, quien atiende en un local.

En la última semana, dos delincuentes entraron al negocio. Y con la excusa de una recarga de celular se llevaron la venta del día: 1.000 dólares. Uno de ellos amenazó a los trabajadores con una pistola.

El hecho quedó grabado por una cámara. Los sujetos dieron vueltas por la zona y cuando no hubo gente, actuaron. Marisol dice que parecían extranjeros por su acento.

Fueron directo a las cajas donde guardaban el dinero. “Se nota que nos estudiaron desde hace algún tiempo”, cuenta la señora aún asombrada. Ella lleva más de ocho años atendiendo el local y es la primera vez que ocurre algo así.

El problema

El barrio se ha convertido en una ruta de acceso para que habitantes en situación de calle lleguen al albergue Hogar de Paz, del Patronato San José, explica Verónica Castellanos, presidenta de El Placer Bajo.

“Por aquí vemos pasar personas que no pertenecen a la comunidad. Son de Toctiuco, San Roque, La Río Verde y El Placer Alto, sitios que son muy conflictivos”.

Pese a que han mantenido reuniones con autoridades del albergue, la imagen de la zona se ha desmejorado, insiste Castellanos. “Nos sentimos indefensos. Estas personas se van adueñando de a poco de escalinatas y veredas”, añade.

En muchos casos, el espacio público es usado para que indigentes hagan sus necesidades biológicas. Al parecer, hay algunos que consumen droga.

Cuenta Castellanos que antes de la pandemia realizaban patrullajes nocturnos con la vecindad, pero ahora no se sabe si da más miedo el contagio o la inseguridad.

El local donde atiende Marisol, tras el asalto que sufrió hace poco, debió colocar rejas. No es el único. En la zona, sobre todo en la calle Baños (una de las principales de la zona), al menos otros seis negocios se han blindado con puertas de metal. Así, aseguran, es más fácil protegerse de los bandidos.

Resguardo

Hernán Romero, morador de El Placer por más de cuatro décadas, dice que “pese a que existen dos Unidades de Policía Comunitaria en el sector, se cuestiona la vigilancia. Es como tener dos elefantes blancos”.

Personas en situación de calle se tomaron las escalinatas y veredas del sector.HENRY LAPO

Para el sargento Luis Llanos, de la UPC El Placer, aunque tengan identificados los sitios conflictivos, la tarea se complica debido a la cantidad de personas que llegan de todas partes a recibir alimentos. Los uniformados también deben efectuar patrullajes en otros sectores.

“Mantenemos comunicación con los vecinos del barrio mediante chats y los botones de pánico”, sostiene Llanos.

Desde el Patronato San José

​Elba Gámez, representante del Patronato San José, sobre los problemas de los que se quejan los moradores: “Tanto el comedor inclusivo como el alojamiento nocturno (del albergue) se abrieron en septiembre de 2020. Se inició con una cobertura de atención a 20 personas y se ha ido incrementando hasta 50”.

Aseguró que “se han mantenido reuniones con dirigentes del barrio y otras instituciones... Nosotros hemos tomado todas las medidas de seguridad de atención para evitar todo este tipo de mala interpretación o mala imagen que pueda generar la presencia de estas personas (...) hemos coordinado con la Agencia de Control. Se deben cumplir normas, deben hacer fila, no deben botar basura, entrar en estado sin consumo (de sustancias), es decir garantizando la seguridad del barrio y de las personas que atendemos”.

Además señaló que “con nuestro equipo de abordaje hacemos recorridos para identificar a personas que estén en situación de calle, para así ofertar los servicios (...) Si se presentan ocasionalmente cuestiones de delincuencia se informa a la policía, para que actúe a medida de su competencia”.