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Quito: Por fin lograron enterrar a Tontón
Después de 19 días, David Molina fue sepultado. Finalmente, una fundación posibilitó el entierro. Las instituciones del Estado ‘se lavaron las manos’.
David Molina, al fin, descansa en paz. El cuerpo de Tontón, como llamaban al muchacho, estuvo pudriéndose por 19 días en una vivienda abandonada de San Roque, centro de Quito. Irene Caguasquí, su madre, no tenía dinero para enterrarlo.
Tocó puertas, pero nadie la ayudaba. Hasta que llegó un ‘ángel’. Una fundación funeraria donó una tumba para inhumar al cuerpo descompuesto.
La progenitora sintió alivio. Hizo una plegaria y bendijo el ataúd donde estaba su hijo. Lamentó su suerte. Solo espera que Dios lo acoja y “le perdone todos los pecados”.
Ella y su hija Elizabeth fueron las únicas en el cortejo fúnebre que acompañó a David hasta su morada final, el Cementerio Metropolitano de Paquisha, en el sur de Quito. Ambas lloraron abrazadas. “Adiós, Tontón”.
Los protocolos
La presencia de un cadáver dentro de una casa abrió un debate. ¿Quién es responsable del sepelio? El tanatólogo Miguel Ortiz despeja la duda: cuando el cuerpo es retirado de la morgue, la familia es la encargada de enterrarlo.
Según el especialista, en el Reglamento de Servicios Funerarios y Manejo de Cadáveres se establece un plazo de hasta 72 horas para eso. En las 24 primeras, la persona es velada. “En caso de que algún pariente esté viajando desde el exterior para despedirse, el tiempo se extiende a 48 horas”. Sin embargo, al tercer día y sin más demoras, debe ser inhumado en un camposanto.
Previo a esto, el cuerpo se preserva temporalmente mediante un proceso químico. Esto “retrasará la descomposición entre 8 y 15 días”. Otra opción es cremarlo, “una alternativa más económica”.
Sin embargo, en el caso de Tontón hubo un “vacío legal”, según Ortiz. Cuando la familia retiró sus restos de la morgue, el Laboratorio de Ciencias Forenses dejó de tener jurisdicción sobre el cadáver. “Si la madre hubiera sido sincera e indicaba su situación, la habrían ayudado. La institución hace convenios para conseguir un nicho en un cementerio”.
Más errores
El desconocimiento inició una cadena de errores. Según Ortiz, cuando los restos de David empezaron a podrirse, se generó un problema de salud pública. “Con las repetidas denuncias” de los residentes de la zona, el Ministerio de Salud debió actuar. Pero ante la ausencia de una respuesta estatal para inhumar a Tontón, una fundación debió resolverles el problema.