Miedo, gritos, desesperación. Mujeres atónitas ante la presencia de un ser nunca antes visto, que se desplazaba rápidamente de un lado a otro y se perdía por instantes entre la vegetación, mientras descendía por una rocosa quebrada en dirección a una cascada, bajo la cual desapareció.

Era 1965 y se trataba de la primera aparición de quien luego fue bautizado como ‘El llucho de Segre’. En aquel entonces, las lugareñas esparcieron la noticia de que un supuesto duende había llegado al lugar. Incluso a mayo de 2023, 58 años después, hay quienes creen lo mismo y aseguran haberlo visto, sostiene el coordinador barrial Christian Iván Quispe.

Sin embargo, es el morador Noé Aguirre, quien en esa época tenía 6 años de edad, quien explica los detalles que permiten conocer esta leyenda.

Según el habitante, el protagonista de la historia es un hombre desnudo, cuyo objetivo no sería hacer daño, sino solo asustar a mujeres y niños del sector conocido como La Chorrera, sitio que debe su nombre a la cascada que se forma del afluente que baja del extinto volcán Rucu Pichincha, en el occidente de Quito.

“Siempre han hablado bastante del duende, pero no me consta. El que sí existe es ‘El llucho de Segre’. Él se presentó por primera vez a unas mujeres que habían bajado a un arroyo para lavar la ropa, algo que era una costumbre en esos días. Desde ese momento empezó a hacer sus apariciones a diferentes horas del día, pero no era un ser maligno, aunque la gente lo confundía como tal”, argumenta.

No obstante, Aguirre no descarta que en el boscoso sector se concentraran energías negativas luego de la llegada de este ser, porque se registraron muertes por diferentes causas, como accidentes o incluso suicidios. Una de las víctimas mortales fue su hermana mayor, Martha. Su deceso ocurrió producto de una caída en 1970, cuando ella tenía 23 años. Por eso este lugar es importante para el residente.

'CHIRO' Y 'DROGO'

Aguirre cuenta que, de acuerdo a la leyenda, ‘El llucho de Segre’ habría sido uno de los cinco hijos del primer propietario de los terrenos, quien antes de morir habría repartido dinero como herencia a sus vástagos, pero uno no habría hecho buen uso de esta. “Se malgastó la plata y se dedicó a la droga. Entonces empezó a deambular por las quebradas, pero lo único que hacía era asustar”, sostiene.

Acerca del nombre, Aguirre no recuerda con precisión el origen, porque era un niño cuando surgió la leyenda. Explica, no obstante, que ya en su adultez, en 1995, algunos moradores que aún sentían la presencia de este ser aprovecharon la visita de unos padres mercedarios, de la Iglesia católica, para pedirles que santifiquen el lugar.

En el sitio, años antes, había funcionado una cantera en la que se extraían rocas para convertirlas en ripio y arena. Y a causa de las explosiones quedó un espacio que llamó la atención de los sacerdotes, quienes habrían dicho que parecía una iglesia y que era el lugar perfecto para plasmar la imagen.

Fue así que se creó lo que han denominado Santuario de la Virgen de la Merced, junto a la cascada La Chorrera. Este lugar se ha convertido en sitio de adoración para algunos creyentes, pero hay quienes aún temen ir solos, porque creen que ‘El llucho de Segre’ todavía ronda entre la vegetación, y temen que, de un momento a otro, los sorprenda.

“No hay que tenerle miedo, no es un ser maligno”, reitera Noé Aguirre. (SCM)