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Quito: 4 miembros de una familia se infectaron de coronavirus y ni cuenta se dieron
La alarma se desató cuando la madre de Adriana Carvajal sufrió una trombosis en la pierna, y un examen de rutina reveló que ya tuvo la enfermedad
Ahora están aislados en su casa. Cuatro miembros de una familia quiteña se enteraron de que tenían COVID-19 por casualidad.
Adriana Carvajal es cabo primero de Policía. A pesar de que no patrulla en las calles, sí se ha expuesto al virus al tener contacto con muchas personas.
Durante la emergencia sanitaria, ella era la única que salía de casa. Pero nada la había alertado sobre un posible contagio. Hasta el martes 14 de julio de 2020.
Su madre, una mujer de 68 años, presentó un cuadro de trombosis en una de sus piernas. Sentía un fuerte dolor.
“La llevamos a emergencias y el protocolo es hacer una prueba de coronavirus. Salió positiva - negativa”, cuenta la gendarme a EXTRA.
Ese resultado dio cuenta de que el virus ya había pasado por su cuerpo y ya había desarrollado anticuerpos. El resto de la familia también fue examinado y el resultado fue el mismo: el COVID entró y pasó sin que se dieran cuenta.
A la adulta mayor le encontraron además algunas lesiones en los pulmones a causa del virus.
Ahora recibe un tratamiento con antibióticos para recuperarse de los embates de la enfermedad. “Tuvo una especie de resfrío pero nada complicado, la llevé a un médico particular y le mandó medicamentos”, relata Adriana.
Nunca esperado
La mujer policía ha recibido entrenamiento para mitigar protestas civiles, neutralizar delincuentes, pero para un virus que pudo ponerla en peligro, jamás.
Sus hijos, de 8 y 18 años, también tuvieron el virus, pero pasó desapercibido.
“El menor incluso tiene rinitis y asma, por eso le cuidamos siempre. Menos mal no tuvo consecuencias”, dice aliviada.
Es una noticia que no ha terminado de asimilar y de cierta forma de sentirse responsable de que el COVID-19 haya llegado a su madre. La trombosis fue una consecuencia de la enfermedad.
Las medidas de bioseguridad en el Hospital de la Policía se implementaron enseguida del decreto de la emergencia sanitaria. Ella labora en el call center del sitio, ha visto cómo sus colegas han entrado allí víctimas del virus.
“He tenido todos los cuidados necesarios al volver a casa, precisamente para proteger a mi familia”, comenta.
Al llegar dejaba su uniforme en una canasta. Enseguida pasaba a la ducha. Incluso evitaba acercarse demasiado a su madre por estar en la población vulnerable. Pero el virus se coló en su casa.
La madre de Adriana está en aislamiento en un cuarto de la vivienda, la atienden desde lejos, aunque su estado es estable. Por ahora la gendarme espera una nueva prueba que demuestre que no han quedado rastros del virus para volver a sus labores.
“Si hubiera sabido habría tomado las acciones necesarias, nunca he querido poner en riesgo a mis compañeros”, resalta.