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Quito: Las contradicciones del comercio informal
Los comerciantes exigen respeto a su trabajo, mientras el Cabildo intenta mantener el orden en el espacio público. Cuento de no acabar
Al salir de la estación Río Coca de la Ecovía, norte de Quito, se extienden colchas junto a parasoles para resguardar los productos del sol quiteño. Por lo menos unas 40 personas aprovechan la acera para ofrecer sus productos.
Ellos son una pequeña parte de comerciantes informales que hay en la capital. Según la Asociación de Trabajadores Autónomos (Asotrab) hay más de 50.000. Gran parte de ellos surgió con la pandemia de la COVID-19.
Las visiones sobre el comercio informal son variadas. Están los que quieren libertad para trabajar, los que apelan al buen uso del espacio público y los que dicen que es una competencia desleal.
Lo único certero son las cifras. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en enero la tasa de desempleo a nivel nacional alcanzó un 3,9 % respecto del 3,8 % del mismo período del año anterior.
Los resultados también evidencian que las mujeres son las más afectadas. En Ecuador, cuatro de cada 10 mujeres (4,5 %) que son parte de la población económicamente activa, no tenían trabajo en enero. En el caso de los hombres, este indicador afecta al 3,5 %.
“Después de la pandemia muchos perdieron empleos y miles de negocios cerraron. El comercio informal ha sido la alternativa al desempleo”, dice Rodrigo Guarderas, representante de Asotrab.
En las ramas de los arbustos de la avenida Río Coca se cuelgan sacos y chales que están a la venta. Junto al ‘mall’ están las tortillas de tiesto, 10 metros más arriba una adulta mayor acomoda –con las manos temblorosas– algunos zapatos usados para vender. “Para esta población, es la única opción de trabajo. Hay personas que están abandonadas. Aún así son reprimidas”, agrega Guarderas.
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LA ETERNA PUGNA
Unas cien personas hicieron una marcha hacia la Administración Zonal Calderón, ubicada en Carapungo. Su reclamo: los decomisos de mercadería y la forma, supuestamente, violenta en la que se realizan.
Yolanda Torres contó a EXTRA que fue agredida el viernes 23 de febrero en la entrada de un centro comercial ubicado en Carapungo. “Los agentes metropolitanos vinieron a quitarnos todo. Yo sí me ‘armé’ de un palo y una piedra”, relata.
Hubo forcejeo y al final se le llevaron las tablas con las que la mujer de 65 años exhibe las artesanías que realiza desde hace 42 años. “A mis compañeros sí se les llevaron toda la mercadería. El lunes pudieron recuperar”, agrega.
Guarderas dice que lo único que exigen es que no haya decomisos, puesto que eso significa pérdidas económicas a la ya golpeada economía de un autónomo. “Muchos viven endeudados con el chulco (prestamista ilegal) y no pueden pagar”, explica el dirigente.
La Agencia Metropolitana de Control (AMC) informó a EXTRA que no son decomisos los que se realizan, sino retiros, puesto que los comerciantes tienen la posibilidad de recuperar sus productos.
Pero hay pasos antes de llegar a esa medida. Según la entidad, esto se da luego de entregar dos actas de advertencia por comercializar en el espacio público sin permisos. “La mayoría de veces tenemos problemas porque se niegan a darnos sus datos”, explicaron desde el departamento de comunicación.
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Aun así se han entregado 1.300 actas en lo que va del año. Asotrab estima que se han realizado por los menos 200 retiros en el mismo periodo. “Esto no va a cambiar. Antes hasta nos llevaban presos. Siempre se ha ensañado con nosotros la autoridad”, comenta Yolanda.
LOS QUE ESTÁN EN REGLA
Este fenómeno que va en incremento –solo hay que echar un vistazo al Centro Histórico de Quito– preocupa a quienes también han emprendido, pero alquilando locales, tramitando permisos y pagando impuestos. “Es una competencia desleal. Obviamente van a cobrar la comida más barata. Venden platos de a dólar”, reclama Germán Alcocer, dueño de un restaurante cercano a la estación Río Coca.
En esa vereda, incluso se colocan las cocinas con grandes ollas, de lado y lado. “No dejan ni pasar. Ahí se puede esconder otro tipo de cosas como robos”, sostiene Richard, un vecino de la zona.
Para Alcocer es importante que todos busquen la forma de prestar servicios adecuados. “No es fácil para nadie, pero hay que hacerlo de forma regular”, agrega.
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Desde la Administración Zonal Eugenio Espejo dijeron que ese sitio deberá ser desalojado y que se están haciendo acercamientos con los comerciantes para reubicarlos. “Esos puestos no son legales, no es un espacio permitido. Hay que acatar la norma”, insiste María Fernanda Guillén, administradora.
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