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María Angula se pasea por las noches junto a las tumbas del cementerio de San Diego.René Fraga

En Quito: ¡Van detrás de la muerte!

Un grupo de artistas, en Quito, encarna a la muerte. No le temen, pese a que su trabajo sea ‘rondar’ tumbas y lugares llenos de energías.

Sábado, 18:00. En una casona vieja que se levanta en la entrada del cementerio de San Diego, centro de Quito, Elizabeth Cabezas -cabello rizado, ojos grandes- encarna a la muerte. Se maquilla cuidadosamente cerca de una chalina, un vestido color vino y un hueso que parece de un humano.

Con la oscuridad, la joven quiteña se va perdiendo detrás de un personaje que cobra vida -irónico-. Aterrador. Envuelto en leyendas. Y llega desde ‘ultratumba’. Su nombre es María Angula y la acusan de haber robado los intestinos de un cadáver en aquel antiguo camposanto.

Dos horas después, de Elizabeth no queda nada. Con unos botines y la chalina, ha traspasado una línea imaginaria, como si se tratara de una tercera dimensión. Su ritual. Ahora es solo María Angula. Fría. Espeluznante. Y está lista para ‘sumergirse’ en lo ajeno. Para remover lo que sea que esté en la oscuridad. Para relatar la muerte...

No es la única. Tiene otros cuatro compañeros, del Colectivo Tertulia y Misterio, que también se ‘conectan’ con personajes de miedo. Y aunque lo más lógico -para algunos- es mantenerse lejos de la ‘huesuda’, estos valientes artistas se acercan más y más.

El personaje de María Angula cuenta historias sobre la muerte con el lenguaje de una mujer capitalina. Con acento y gestos típicos.

Un reto

Esta agrupación lleva años recorriendo los rincones olvidados de la capital. Le llaman turismo negro (tanatoturismo) y se enfoca principalmente en lugares relacionados con la muerte y la tragedia. El cementerio de San Diego es uno de los puntos propicios, dicen, para acercar a los que se han marchado de este mundo y con los que continúan aquí...

Cuando llega el momento de empezar la ruta, María Angula -Elizabeth- se pone nerviosa pese a que tiene una amplia trayectoria actoral, en Ecuador y Japón. Por eso, previamente hace un calentamiento corporal y vocal. Canta. Gesticula. Se mueve de un lado a otro con el hueso en la mano. Y se come un chocolate blanco. “Es necesario”, dice.

Entonces se siente un poco más lista para enfrentarse al público, a aquellos que llegan para escuchar sus historias y caminar entre las tumbas.

María Angula, su personaje, la ha llevado a hacer cosas que como Elizabeth no las haría. Por ejemplo, en uno de los recorridos, una vez, trepó piedras de lavar en San Roque. Se asombra. Ni siquiera imagina cómo lo logró, porque tiene lesiones en las rodillas.

Un grupo de artistas, en Quito, encarna a la muerte. No le temen, pese a que su trabajo sea ‘rondar’ tumbas y lugares llenos de energías.

Sus experiencias

“Hablar de la muerte es hablar de la vida. Son una sola cosa”, suelta la temida mujer que roba intestinos. Es como un fantasma. Ronda entre los mausoleos bromeando con los espíritus. Y tiene una particularidad: su acento y humor son típicos de Quito (para no dejar de lado la tradición).

- “La muerte es una amiga. Es cotidiana”, insiste.

Parece duro escucharlo así. A todos les duele perder a un familiar, a un amigo. Pero para esta joven actriz (que mantiene sus ideas aún como María Angula), detrás de aquel sentimiento de pérdida, hay amor y paz. Y eso le da San Diego. Sino, dice, vean cómo amigos y familiares vienen a arreglar las tumbas y a pintarlas con esmero. “Si eso no es amor, no sé qué es”.

RelatoMaría Angula

En Latinoamérica “le tenemos miedo, sentimos más el vacío de la ausencia”. Pero en Japón, donde ella vivió, es natural. Casi celebrado.

Investigación

También se crean personajes de la época de la colonia. Agrupación Quito Eterno.René Fraga

El transformarse en un personaje no es cuestión solamente de ponerse una vestimenta antigua. Hay que ir detrás de la muerte. Las historias que cuentan Elizabeth y sus ‘panas’ del colectivo no son ficciones. Como la de María Angula, cada una ha sido sustentada en la investigación bibliográfica. Y esta puede tardar incluso meses.

El trabajo pesado lo tiene Andrea Rodríguez, mentalizadora del proyecto. “Hice un recorrido para mi graduación, desde entonces me enfoqué en el turismo oscuro”, cuenta la directora de Tertulia y Misterio.

Además de los personajes, saben todo de los lugares históricos donde se han desarrollado estas mágicas y temidas leyendas.

El reto empieza cuando todo lo ‘tedioso’ de la historia se debe transformar en algo claro, amigable y entendible... “Son los personajes los que se comunican desde el inframundo, atraen a los vivos y a la vez les dan datos”, agrega.

"Por ahora yo soy asistente, pero también quiero hacer un personaje que cuente historias desde la muerte. El arte es muy cercano a ella”.Patricio Villacreses. Miembro de Tertulia y Misterio

Las energías

Elizabeth y Andrea son escépticas con los temas paranormales. Sin embargo, no niegan que en los puntos que han escogido para hacer los recorridos teatralizados pasan cosas que no se pueden explicar. “Los lugares ponen su granito de arena para show”, bromea la directora.

Por ejemplo, en El Censo, un viejo molino de harina situado en El Trébol, centro de Quito, las cosas se movían. ¡De terror!

Y eso emociona y atrae. A veces el público llega con la ‘ilusión’ de que algún ánima aparezca de repente, lo dice José, uno de los asistentes.

Cada espacio tiene su propia energía. En el antiguo penal García Moreno, en el centro, “se siente peligro”. Y aunque estos artistas, que están entre la vida y la muerte porque ese es su trabajo, aseguren que no les va a pasar nada... sí les queda la sensación