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La 'Quinta de los entes malditos' perdura en el centro de Quito
La historia cuenta que hace años una banda de criminales asesinaba a personas y enterraba sus cuerpos en cuevas. Sus almas no se han ido de allí
Iván Cedeño corta con un cuchillo la hierba mala que ha crecido en la entrada de lo que queda de la Quinta San Luis, ubicada en las laderas del Panecillo, centro de Quito. Entre dientes, recita versículos de la Biblia. No se le entiende bien. Habla pausado y bajito. Tres perros se le acercan, uno de ellos parece que tiene un ojo de vidrio. Olfatea. Ladra. Protege a su amo.
Cedeño agarra con fuerza un puñado de césped y –asustado– dice: “Aquí hubo muertes atroces y las almas de esas personas piden auxilio”.
Moradores del sector comentan que en ese lugar, hace más de 15 años, miembros de la banda de extorsionadores liderada por la temida Mama Lucha cometían supuestamente crímenes y enterraban las evidencias en unas cuevas improvisadas.
Cuando la mujer fue detenida y desmantelaron su organización, Cedeño cuenta que esa propiedad quedó abandonada y las personas en situación de calle, como él, la poblaron.
El hombre es vendedor ambulante y habita 10 años en ese lugar. Desde la primera noche que durmió allí, recuerda que escuchó gritos desgarradores. “No sabía si eran de hombre o de mujer. Parecía un espectro híbrido”, agrega.
Almas sin descanso
La leyenda cuenta que los integrantes de la organización de la Mama Lucha presuntamente capturaban a los testigos de sus atracos y –para que estos no los delataran– los asesinaban. “A quienes les debían dinero los torturaban antes de quitarles la vida”, añade Cedeño... ¡Macabro!
Christian Calero, el carpintero del sector, explica que por esos eventos se han presenciado cosas paranormales. “Se ven nubosidades que ‘caminan’ por las cuevas o que se dirigen a la montaña”. Deduce que los espíritus de esas personas que fueron asesinadas no encuentran paz y están vagando por allí hasta cruzar al mundo de los muertos.
Añade que aquel lugar también es energéticamente pesado porque cerca de ahí está el cementerio de San Diego, en el cual –según él– ha visto varias apariciones. “A las 00:00 una pareja de muertitos suele estar sentada en la capilla”.
Ricardo Mera, parapsicólogo y experto en temas paranormales, explica que el sector de El Panecillo es enigmático desde tiempos prehispánicos porque era “donde se hacían adivinación y rituales”.
Él realizó una investigación con indigentes y consumidores que solían habitar los alrededores de esta quinta. El resultado fue aterrador.
Según Mera, preferían consumir estupefacientes en este sitio porque a decir de ellos podían ver las almas de sus familiares muertos. Sin embargo, había un efecto colateral. No solo aparecían las almas de sus parientes, sino las de quienes fueron asesinados en ese espacio.
Estos, al parecer, les insultaban por ser viciosos y ‘luchaban’ contra los espíritus de sus familiares. “El inframundo es compartido por los demonios y los muertos que no han pasado de dimensión. Los malditos”...
Cedeño corta el último pedazo de césped. Se santigua. Y antes de despedirse, pronuncia en voz baja: “Filipenses... todos se doblan ante Dios. En el cielo los ángeles, en la tierra los humanos y en el infierno los demonios”.