La quebrada Jerusalén mantiene atemorizados a los habitantes del Pasaje A, del barrio La Ballica, en el centro de Quito. Hace menos de medio año se desprendió parte del desfiladero, se llevó unos 8 metros de la vía y sepultó una casa; afortunadamente no hubo vidas perdidas, pero sí un bien de más de 40 años destruido. Hoy la situación está peor.

Y es que tras la desgracia, el personal municipal de la época llegó al sitio para colocar plásticos que eviten que la zona afectada se humedezca con las lluvias y el daño se siga expandiendo, pero esta protección también ha cedido y el domingo 27 de agosto de 2023, los moradores, unidos, le tuvieron que hacer un reajuste y han tratado de fijarlo con sacos, palos y algunos bloques de cemento.

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Sin embargo, los lugareños sostienen que eso no es suficiente, porque es probable que los fuertes vientos muevan nuevamente los plásticos y que de haber una lluvia la tierra se moje y existan nuevos desprendimientos. El riesgo considerado menor es que los habitantes queden incomunicados, porque esa es la única calle que los conecta con la ciudad. Lo peor sería que una o varias casas colapsen y se registren víctimas, incluso, mortales.

Por ese motivo, la barriada pide ayuda a las autoridades para que se construya un muro y se recupere parte de la vía que perdieron en el derrumbe. Esta situación que enfrentan los lugareños se pudo evitar, pues ya se habían hecho las advertencias, incluso antes del suceso que destruyó un inmueble, sostiene el dirigente barrial Rodrigo Salvador Mullo.

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Explica que siente indignación de que les hayan ofrecido ayuda y no les cumplieran, porque él ya expuso esta situación al personal municipal hace cuatro años. “Les dije: tienen que curar en lo sano, porque esto se va a ir, pero me dijeron que no. Iban a realizar un muro, pero al día de hoy seguimos de mal en peor”, lamenta.

La moradora Nancy Caza pide a las autoridades actuales que se solidaricen con ellos, porque “hemos sido un pasaje olvidado, que estamos años tratando de obtener una obra en este sector (...). Hace cinco meses hubo este deslave. Llamamos a diferentes instituciones, pero nadie nos ha tomado atención”.

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Además, señala que con lo ocurrido ha quedado poco espacio para caminar y que el peligro se extiende a los niños que deben pasar por el lugar. La residente precisa que en la zona hay diez lotes, habitados por aproximadamente un centenar de personas.

La vecina Liria Negrete agrega que son más de diez años que piden ayuda: “se tiran la pelotita, pero ninguno nos ayuda”, reclama. Ella menciona que antes del deslave siempre colocaban costales para evitar que llegue la desgracia, pero lamentablemente no fue suficiente. “Ahora miren cómo estamos”. Con la lugareña coincide Armando Sani, quien reitera: “hemos sido bastante olvidados”.

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