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Quebrada no los deja vivir en paz en el sur de Quito
La casa barrial se desplomó debido a los taludes y las familias de un bloque habitacional ya desocuparon sus viviendas. El problema persiste desde 2008.
En el condominio José Peralta, en la ciudadela Teniente Hugo Ortiz, hay vallas para evitar que los habitantes se acerquen al filo de la quebrada San Francisco.
Un juego infantil y varios árboles están a punto de caer al precipicio, en este sector del sur de Quito. En la ribera de en frente ya se cayó, hace algunos años, la casa barrial, pues los taludes son cada vez más grandes.
“No se puede vivir así con la zozobra de a qué hora se nos caen las casas”, dice Ángel Baldeón, representante barrial.
El problema persiste desde 2008 y, según los vecinos, se han perdido al menos 600 metros cuadrados de terreno, pues junto a esa casa barrial había un parque.
Donde había juegos de niños y reuniones entre vecinos ahora hay miedo e indignación porque con el pasar del tiempo hay más afectación por los taludes. “Necesitamos que se atienda esto ya. No esperen a que haya muertos para trabajar en esto”, reclama Ángel.
Los vecinos suplican para que el Municipio de Quito declare en emergencia esta zona, pues esto permitiría que las intervenciones sean más pronto.
Casas cuarteadas
César Cóndor tiene un taller de mecánica junto a la hondonada. Cada día tiene un recordatorio del peligro frente a él: las cuarteaduras en las paredes.
“Parece que no son superficiales, sino que la estructura ya está afectada. Ni siquiera me he atrevido a averiguar cuánto me cuesta arreglar esto”, comenta.
Con él, tres familias más viven con un pie en el abismo, pues cada día ven que desaparece el terreno bajo sus casas.
Desde su ventana se puede ver el colector de donde salen las aguas servidas. Hay un olor nauseabundo con el que los moradores han aprendido a convivir.
En el condominio había caminos de piedra que adornaban el parque infantil, pero que quedaron incompletos por la caída de tierra. “Cuidado, no pise donde no hay hierba, eso quiere decir que ya no hay sedimento”, advierte Ángel.
Reubicación
Al menos 50 familias tenían hasta el 30 de noviembre para desocupar los departamentos del bloque 4 del condominio José Peralta. “Es gente que ha vivido aquí más de 20 años”, comenta Ramiro Pazmiño, representante del conjunto.
A eso se suma que durante ese tiempo han tenido que lidiar con moscas y ratas que deambulan por los alrededores. “También es el problema de la contaminación, cuando llueve es insoportable”, acota.
El edificio dejó de tener vida, ya no hay niños corriendo o personas en las ventanas. Las hierbas están crecidas. Solo un perro negro deambula en busca de comida.
Dirigente condominio
Las acciones
Diego Paredes, técnico de gestión de riesgos de la Secretaría de Seguridad, comentó que durante los últimos meses han coordinado mesas de trabajo entre la Empresa de Agua Potable y la de Obras Públicas.
“Falta que se concrete desde allí. Se tiene planificado hacer un enrocamiento”, dice.
De este proyecto de mitigación ya estarían listos los diseños. “De ser necesario se podría declarar la emergencia”, asevera.
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