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Antes la procesión era multitudinaria. Este año solo se realizó con un par de personasCortesía

De la quebrada al corazón de los fieles

William Carvajal tuvo que organizar una procesión distinta debido a la pandemia. Su fe es tan grande que el coronavirus no la ha frenado.

Ni la pandemia fue capaz de alejar a William Carvajal de su fe por la Virgen de la Luz de Chaquishcahuayco. “Sobre todo en estos tiempos la gente necesita un alimento espiritual. Necesita saber que no está sola”, dice el guardián del santuario, ubicado en el sector de Llano Chico, norte de la capital.

Fue en agosto de 2007 cuando la madre celestial se le manifestó. “No era creyente. Eso me cambió la vida”, asegura Carvajal, quien cada año organiza una procesión desde la Comuna de Cocotog hasta la quebrada de Llano Chico, en donde fue pintada por él mismo la imagen religiosa.

En esos días, un tramo de más de seis kilómetros era recorrido por danzantes y peregrinos para celebrar las fiestas de la Virgen. Esta vez, la caminata contó apenas con un ‘puñado’ de personas. Esto debido a la crisis sanitaria que se vive en el país tras la propagación del coronavirus.

“La procesión se realiza cada 11 de agosto, pero esta vez tuvimos que esperar la respuesta de las autoridades. De la junta parroquial y el COE para saber si la hacíamos o no”, asegura.

Sabe que la seguridad de los fieles es lo más importante y no haría nada que los ponga en peligro, insiste.

Sin embargo, siente que las actividades, aunque sean de una forma diferente, debían seguir. Es por eso que se planteó la posibilidad de que él junto a un sacerdote recorrieran las calles con la imagen de la Virgen de Chaquishcahuayco. “La gente pudo ver desde sus ventanas y hacer una pequeña oración”, detalla.

La aparición

Hace más de cinco décadas un grupo de niños bajó hasta la hondonada y fue testigo de la aparición de la madre de Jesús. Allí se esculpió una obra para recordar el milagro. Sin embargo, con el pasar del tiempo, el sitio fue descuidado, incluso unas personas quemaron la figura al no compartir la creencia.

Cuando William Carvajal llegó al lugar y se le reveló la madre celestial creó el libro de los guardianes y revivió la devoción por la Virgen. Es tanta la fe, que sectores como Zámbiza y Atucucho también se suman a los festejos.

Desde junio comienzan los rosarios hasta el 11 de agosto cuando se cierra la celebración con la gran procesión hasta la quebrada. Allí se realiza una eucaristía, se declaman unos versos y finalmente se sirve una pambamesa (comida comunal) que se realiza en la placita del guardián.

A Olga Melo le gustan mucho los festejos que se realizan en honor a la madre de Jesús. “Me da pena que este año no se pueda hacer como siempre, pero la fe permanece en el corazón”, describe la moradora de Llano Chico.

Junto a sus hermanas, ella participaba de la comparsa y asegura que lo que más le conmueve es ver la imagen de la madre celestial rodeada de los devotos.