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Darwin Vera Véliz y Andrea Mera Baños viven desde hace tres años en un container, el cual fue adecuado como una casa. Gerardo Menoscal

De puro metal fabricó su hogar ‘cinco estrellas’

Con solo 4.000 dólares una familia edificó su ‘vivienda’, en el sector de Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil. 

Darwin Darío Vera Véliz no necesitó de cemento, arena, ladrillos o bloques para fabricar el ‘palacio’ donde habita junto a su esposa y cuatro hijos. Tras el devastador terremoto que azotó a Ecuador hace cuatro años y observar cómo varios damnificados por el sismo vivían en contenedores, le nació la idea de comprar un container y convertirlo en una casa.

Hace 20 años, Darwin adquirió el terreno donde desde hace 36 meses edificó su vivienda. Pero a pesar del tiempo transcurrido, aún no cuenta con documentos que lo acrediten como propietario de esas tierras, ubicadas en el sector de Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil.

Vera, de 40 años, afirma que por temor a ser desalojado optó por no levantar su hogar en terreno firme y de la forma tradicional.

“En el sector donde habito no todas las personas cuentan con las escrituras del Municipio. Adquirí el terreno en el año 2000, se lo compré a un dirigente barrial de esa época, pero aún no tengo los documentos que me acrediten como dueño. Un día le dije a mi esposa: ‘compremos un container, porque si nos desalojan nos llevamos la casita a otra parte’. Conseguimos una plataforma o un tráiler, cortamos los tubos y listo, nos vamos”, rememora.

La familia Vera Mera es devota al Sagrado Corazón de Jesús y por eso colocaron su imagen en el ingreso de la vivienda.Gerardo Menoscal

El sueño se forjó en Manta

Vera es oriundo de Portoviejo, provincia de Manabí, pero reside en el Puerto Principal desde que tenía 12 años. Aquí conoció a la madre de sus seis hijos mayores y de quien se separó hace siete años.

Hace casi seis años mantiene una relación amorosa con Andrea Mera Baños, con quien procreó una niña, la cual tiene cuatro años. Ella es la mujer con quien comparte sus sueños y proyectos en la casa-container.

Darwin recuerda que después del terremoto de 7.8 en la escala de Richter, ocurrido el 16 de abril de 2016, que afectó principalmente a las provincias de Esmeraldas y Manabí, viajaba constantemente a Manta para visitar a sus familiares que fueron afectados por el movimiento telúrico.

“Un día vi que en un sector de Manta había familias habitando en un container y se me ‘prendió el foco’. Cuando regresé a Guayaquil le dije a mi esposa: ‘mijita, ya vamos a tener casa’. Claro, había que hacerle las adecuaciones para que parezca una vivienda y mi mujer se sintiera cómoda”, menciona el portovejense, a quien sus vecinos conocen como el Señor del Contenedor.

Recuerda que al regresar a la urbe porteña lo primero que hizo fue cotizar cuánto le podía costar un container. “Unos amigos le dijeron que por la vía a Daule los vendían, entonces fueron a preguntar. El precio se ajustaba a su presupuesto y no dudaron en comprarlo”.

“El contenedor nos costó 2.300 dólares. Este, a diferencia de los otros, es fresco, no calienta porque sus paredes están revestidas con plumafón. A pesar de que era usado estaba en buen estado. Estos containers son los que sirven para salir del país, pero por sus años de uso tienen ciertas fallas”, señala el manabita.

Su mayor temor es ser desalojada, ya que aún no cuentan con las escrituras del terreno. En caso de que esto ocurra su propietario afirma que conseguiría un tráiler, engancharía su casa y se la llevaría a otra parte.

Darwin es soldador, tiene un taller en el noroeste porteño y con sus propias manos ha hecho cada arreglo de su ‘vivienda’.

Con orgullo describe las ‘bondades’ que tiene su casa-container: “una cocina, una sala, un dormitorio y estoy haciendo un segundo cuarto. También tiene un área de juegos para los niños y unas hamacas para descansar. Voy a extender el balcón, quiero hacerlo más grande”, sostiene.

Cuenta que ha invertido cerca de 4.000 dólares entre la compra del container y los arreglos “para vivir bonito”.

Sirven como referencia

AndreaMera señala que tiene tres años habitando en la casa-container, que al principio solo vivía junto a su esposo y su pequeña, pero hace casi un año tres hijos de Darwin se cambiaron con ellos.

“Aquí somos felices, no nos falta nada, es un lugar fresco, un ambiente relajado, ya me acostumbré. A mi esposo le dicen el Señor del contenedor”, reseña la joven.

Señala que incluso la casa-container sirve como referencia para buscar una dirección cercana. “Esa persona vive por tal lugar, por donde el Señor del contenedor”, expresa con una sonrisa la mujer.

Andrea y Darwin se llevan 19 años de diferencia, pero esto tampoco ha sido un impedimento para ser felices.

Tras el terremoto de 2016,
al ver a damnificados vivir en un contenedor, al manabita Darwin Vera se le ‘prendió el foco’, compró un vagón y construyó su morada.

Una de las anécdotas que recuerda la joven y que desdibuja la sonrisa de su rostro es que cuando recién se cambiaron a habitar en el contenedor llegaron dos policías que les preguntaron quién les había autorizado vivir en ese lugar.

“Ya mi marido me había dicho lo que tenía que responder. Les dije: ‘regresen cuando esté mi esposo’. No volvieron más y así hemos estado todo este tiempo, felices, pero con la incertidumbre de que en algún momento nos desalojen, a pesar de que mi esposo compró el terreno hace dos décadas”, enfatiza Andrea.

Ventajas y desventajas

Desde que se empezaron a fabricar los contenedores (1965), aparte de su uso principal como transportar mercancías por barco, tren y camión, se han convertido en un material usual para construir casas. También han sido reutilizados para desarrollar muchas otras funciones.

Estas son las características principales de vivir en una casa-container:

1. Fáciles de transportar: pueden moverse fácilmente en camión.

2. De construcción rápida: puede adaptarse y modificarse en un taller, sin necesidad de hacer instalaciones o construcciones especiales en el terreno donde se colocará después.

3. Precio: su costo es menor a la construcción tradicional en la que hay que invertir dinero en la cimentación, vigas, pilares y demás elementos.En un contenedor no hay necesidad de hacerle algo más, solo adecuarlo como una casa.

4. Duraderos y seguros: resisten la corrosión y los más fuertes fenómenos ambientales. Debidamente aislados, brindan calor en invierno y son frescos en verano.

Pero también existen desventajas como: son de estructura más estrecha, hay que invertir algo de dinero en la adaptación del contenedor como una vivienda y establecer un refuerzo estructural. En algunas ocasiones se tendrá que usar contenedores nuevos, por lo que su costo aumenta.Exigen un mantenimiento constante, sobre todo ante la corrosión.