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Puéllaro: Enrique Angulo es el nuevo animero parroquial
Su tío José Angulo llevaba orgulloso aquel título durante 40 años, pero tras su muerte no había quién lo reemplazar. Aquí su historia
Enrique Angulo recibió una herencia espiritual de su tío José Angulo. En su lecho de muerte, el hombre de 87 años quería oír de su sobrino las palabras que le darían paz.
José fue animero de Puéllaro por más de 40 años, pero un cáncer acabó con su vida en 2021. “Su angustia era que nadie quería seguir su legado. Y si alguien lo hacía, mi papacito partiría tranquilo”, cuenta Marlene, hija del extinto guía de ánimas.
Enrique, debido al cariño que le tenía y al amor que profesa a la Virgen María y a su hijo Jesucristo, aceptó aquel encargo. Así su tío pudo irse en paz, sabiendo que Puéllaro no estaría abandonada.
Las tareas
El nuevo animero de esta apacible parroquia deja sus actividades en la tercena que tiene junto al parque central para sacar a flote aquel encargo solamente en noviembre, cuando se rinde homenaje a los fieles difuntos. “Pero es algo que se lleva siempre, sin importar el día del año”, ratifica mientras cuenta su función.
Primero tiene que vestirse como su tío: completamente de blanco, con una túnica y una gorrita de lana. Luego empuñar una vieja campana, herencia también de su familiar. Por último, sostiene un rosario para los rezos.
“La función que tiene el animero es la de un mediador. Por encargo de la iglesia, uno le ruega a Dios para que perdone los pecados de los fieles difuntos y así darles el descanso eterno”.
Las almitas
Para ayudarlos, Enrique encabeza una procesión que se realiza cerca de la medianoche del 3 de noviembre. “Se invita a la gente que nos acompañe al cementerio desde donde partimos por el pueblo”, cuenta el hombre parado frente a una cruz de piedra del camposanto de Puéllaro.
En ese recorrido, las oraciones conectan a este comerciante con el Todopoderoso o, al menos, es lo que se pretende. “Un padrenuestro y un avemaría para el alivio y descanso de las benditas almas del santo purgatorio, por el amor de Dios".
Ahí entra en acción la vieja campana trizada del animero. La toca tres veces para clamar por la presencia del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo, la santísima trinidad dentro de la creencia católica.
“Muchas veces mi tío nos contaba que cuando hacía estos recorridos sentía la presencia de las almitas”, colige Enrique, quien, con los años, aspira a sentir lo mismo como fiel representante del último animero de Puéllaro.