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BUENA VIDA
Psicóloga ecuatoriana ayuda a mujeres a superar la viudez, en Estados Unidos
Martha Martínez es viuda desde 2020. Perdió a su esposo debido a la COVID-19 y vivió su proceso de duelo sola. Ahora quiere ayudar a otras mujeres.
El 19 de abril de 2020, la psicóloga ecuatoriana Martha Martínez Hidalgo tuvo la experiencia más amarga de su vida. A través de una llamada le dijeron: “su esposo murió y hay que cremarlo”. Así, a secas, sin ‘anestesia’.
Ambos se contagiaron de COVID-19 a fines de marzo del año pasado, pero Martha se quedó sola en casa, en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos), mientras él tuvo que ser hospitalizado.
Llevaba internado más de una semana antes de fallecer. En ese tiempo ella no pudo verlo. Le desesperaba saber muy poco de él y no estar ahí, cuidándolo. Lo peor fue que no pudo agarrarle la mano por última vez y despedirse.
A esa tormentosa realidad se sumó el no poder velarlo ni sepultarlo, no solo porque por las restricciones de la época no era permitido, sino porque las tres hijas de ambos estaban lejos. Una vive en otro estado ‘gringo’ y las otras, en Alemania.
Meses después, Martha se reencontró con la mayor. Luego se vio con todas en diciembre, en un país distinto al que residen porque no permitían vuelos entre Estados Unidos y Alemania.
“Estar con un ser querido ayuda mucho a superar una pérdida como esa. Un día me levanté y dije, ‘esto acabó’. Busqué ayuda de un psiquiatra”, cuenta.
DE LO MALO, LO BUENO
Martha ahora reflexiona el significado de esa dramática vivencia. Reponerse del fallecimiento de su esposo le permitió comprender y tratar a otras mujeres con el mismo destino.
A sus consultas profesionales acuden viudas desechas emocionalmente, a quienes les cuesta aceptar esa ausencia. Hasta ahora va atendiendo a más de siete.
Les recalca que nadie tiene un peso que no pueda soportar. Y no se los dice como un simple gesto de cortesía, pues ella lo comprobó al afrontar gran parte de su duelo sola, con el recuerdo de su pareja en cada rincón del hogar.
La especialista detalla que recuperarse del deceso de un familiar por COVID-19 es más complejo, pues en muchos casos la salud de esa persona se agrava tanto que necesita ser hospitalizada, con escaso o nulo contacto con sus allegados.
ETAPAS DEL DUELO
Martha explica que, tras perder a un ser querido, la primera reacción es no aceptar lo sucedido. Posteriormente viene un sentimiento de culpa. ‘¿Por qué no lo abracé más?, ¿por qué no le dije te amo?’, son las preguntas que se plantea el familiar.
Luego, la tendencia es el enojo: ‘¡¿por qué murió, si era buena persona y no mala?!’. Esta etapa y la anterior suelen durar un año. A veces predomina la braveza o la culpabilidad.
Al final llega la asimilación. “Es un dolor, pero con aceptación. Ahí se está sanando”, describe. El proceso de duelo puede tomar unos dos años. Si pasa de ese tiempo es necesario recibir una terapia, acota.
NO ES BUENO PARAR EL DOLOR
La experta enfatiza que los parientes, en su afán de ayudar, aconsejan a la persona afectada que no llore o que deje de vestirse de negro. Pero es un error.
“Ese dolor es necesario. Hay que dejarlos porque luego llegarán a un tope en donde terminan de recorrer ese camino de llanto y sienten tranquilidad”, sugiere. Lo mejor que puede hacer la familia es acompañar ese sufrimiento. Estar presentes, pero no intentar parar esa tristeza.