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'Teachers' voluntarias dan una mano a los chicos de Monte Sinaí
Sin recibir sueldo, un grupo de jóvenes, en su mayoría bachilleres, ayuda con las tareas a estudiantes de esta zona marginal para evitar la deserción
No son maestras contratadas, tampoco laboran dentro de un aula ni perciben una remuneración. Pero esos factores no impiden que un grupo de chicas dicte clases y ayude en las tareas a estudiantes de primaria y secundaria que carecen de herramientas tecnológicas para las clases virtuales que hoy están de moda ante el aislamiento social obligado por la pandemia.
Los niños y jóvenes beneficiados habitan en Monte Sinaí, populoso sector del noroeste de Guayaquil, cuyos padres no les alcanza para pagar por el servicio de Internet, peor por una ‘compu’.
El objetivo de las ‘profes’ voluntarias es evitar la deserción escolar, así los chicos no caen en las garras de las drogas ni de las pandillas.
Las improvisadas aulas están debajo de un árbol, bodegas, patios o espacios disponibles de las casas. Lo que importa es que los estudiantes permanezcan actualizados.
No son tituladas
Nikool Rosero, de 18 años, Abigaíl Otero (19) y Laidy Mirabel (18) dictan clases y ayudan en las tareas a 40 menores en un inmueble de la cooperativa Realidad de Dios. No son maestras de profesión. Las tres son bachilleres desempleadas que anhelan seguir sus estudios superiores.
Rosero se graduó en marzo del año pasado, pero no consiguió un cupo para continuar la carrera de Educación o Derecho. Abigaíl y Laidy también se quedaron con las ganas de seguir Enfermería y Arquitectura, en su orden.
Evitar la deserción escolar
Fue Rosero quien tomó la iniciativa cuando se enteró de que por la pandemia del COVID-19 las clases serían online y que cientos de niños de escasos recursos del sector dejarían de estudiar.
El reclutamiento de los pequeños empezó a finales de mayo, tras un recorrido puerta a puerta y verificar las condiciones de los hogares.
De lunes a viernes, las tres jóvenes colaboran con los chicos que cursan desde el nivel inicial hasta el tercero de bachillerato. Además les dictan clases de Matemáticas, Lenguaje, Ciencias Naturales y Estudios Sociales.
Nikool Rosero considera que no es necesario tener un título de docente para compartir los conocimientos adquiridos en la escuela y colegio. “En lugar de estar ociosa en casa emprendí esta tarea que ayudará a decenas de niños”, expresa la joven.
Otras aulas improvisadas de Monte Sinaí están ubicadas debajo de un árbol. La atención de 41 alumnos está a cargo de las hermanas Dennys (16) y Génesis Tola (21).
La menor de las Tola está por terminar el bachillerato, la otra está por ingresar a la universidad. “Lo que aprendo lo pongo en práctica con los chicos. Es una linda experiencia”, expresa Dennys.
Dos jornadas al día
La jornada la dividen en dos, que es de 09:00 a 11:00 y de 14:00 a 16:00. Lo hacen por la cantidad de asistentes que tienen y para cumplir con el distanciamiento social para evitar contagios.
Génesis considera que no es tiempo perdido el que comparten con los chicos.
Para las ñañas, la mejor remuneración es que los muchachos quieran ser personas útiles para la sociedad y sacar de la pobreza a sus padres.
Dos hijos de Geoconda Jaime reciben la atención de las jóvenes. Para ella es una bendición de Dios.