El exteniente de la Policía Nacional del Ecuador, Ronal Herrera, ha sido procesado para investigaciones por presuntamente liderar a un grupo de delincuencia organizada (GDO) dedicado “al robo de entidades financieras, mediante el uso de armas de fuego de grueso calibre, así como al robo de inmuebles residenciales” (ver infografía), según han informado los investigadores.

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Los allanamientos para la aprehensión del exoficial y de los presuntos integrantes de la estructura fueron realizados el martes 23 de julio de 2024, y en una casa localizada en el sur de Quito se encontraron dos objetos que demostrarían que el presunto capo delictivo fue un destacado miembro policial y que, además, estuvo a cargo de formar a una generación de uniformados de nivel jerárquico.

Estos indicios, detallados en un parte informativo, son:

Luego de conocer estos detalles, EXTRA consultó a tres expertos para conocer su perspectiva acerca de la selección y formación de oficiales en la institución que debe velar por la seguridad ciudadana del país.

Nelson Yépez, analista en temas de seguridad, enfatiza la rigurosidad en la selección y formación de los oficiales de la Policía Nacional del Ecuador. Según Yépez, los oficiales -durante su proceso de instrucción- son considerados los mejores entre todas las Fuerzas Armadas del país, superando incluso a la Infantería, el Ejército, la Marina y la Aviación, en términos de preparación. “Los cadetes de la policía, hasta que se gradúan, son los mejores”, asegura Yépez.

Sin embargo, precisa que una vez graduados, los oficiales son asignados a diversas unidades especializadas, donde continúan su entrenamiento y desarrollo profesional.

Yépez considera que es poco probable que un oficial involucrado en un delito haya tenido intenciones delictivas desde su formación, pero menciona que el ambiente y las experiencias vividas en la institución pueden influir en los oficiales, exponiéndolos a la corrupción y la tentación del dinero fácil.

Yépez sugiere que la policía debería implementar evaluaciones periódicas de confianza, como pruebas de polígrafo, especialmente para aquellos en áreas críticas como la inteligencia. De manera general, sostiene que estas medidas ayudarían a detectar y prevenir la infiltración de elementos corruptos dentro de la institución.

Kléber Carrión, fundador de la Unidad Antisecuestro y Extorsión (Unase), resalta la importancia de los controles y filtros continuos para mantener la integridad del personal policial. El exoficial subraya que la implementación de pruebas de confianza anuales es esencial para prevenir la corrupción, sobre todo entre aquellos que trabajan en unidades de inteligencia.

Carrión también critica el Código Orgánico de Entidades de Seguridad Ciudadana y Orden Público (Coescop), argumentando que ha dificultado la desvinculación de elementos corruptos. Propone que la policía tenga una connotación especial en la legislación, diferenciándola de otros organismos administrativos, debido al alto riesgo y exposición de sus miembros.

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Además, señala que la politización de la policía ha debilitado la institución. La falta de representación legal autónoma habría llevado a una desinstitucionalización, permitiendo persecuciones subjetivas y falta de supervisión adecuada. Carrión aboga por una reforma que otorgue autonomía a la policía, pero con mecanismos de supervisión para evitar abusos de poder.

Mario Corrales, coronel en servicio pasivo de la Policía Nacional, destaca que hubo problemas en el proceso de admisión de nuevos oficiales durante gobiernos anteriores. Según él, la falta de control permitió el ingreso de individuos no cualificados, lo que podría haber facilitado la infiltración de miembros de bandas delincuenciales.

También menciona la tentación del dinero fácil como un factor que podría influir en el comportamiento de algún uniformado. Explica que a pesar de que los sueldos policiales son relativamente buenos, las necesidades económicas personales pueden llevar a algunos oficiales a buscar ingresos adicionales, a través de actividades ilícitas.

Para prevenir estos problemas, Corrales sugiere que se apliquen controles más estrictos en la selección del personal, incluyendo análisis económicos de los candidatos y sus familias. Estos controles ayudarían a detectar irregularidades y garantizar que solo ingresen a la institución aquellos con un historial económico transparente y limpio. “Los antecedentes se pueden limpiar, pero la economía no se puede tapar mucho”, concluye.

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