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Precio de almuerzo popular subió 25 centavos por encarecimiento del arroz
Los dueños de locales, que cobran un dólar el plato, incrementaron el valor para mantenerse. Otros prefirieron bajarle la porción a la comida
Las hojas en las que se muestran los precios de cada plato de comida del negocio de Alba Jaramillo, en la 29 y la Q, suburbio de Guayaquil, están ‘peladas’ y sin arrugas. Como recién colocadas.
Y es así, pues Alba, quien regenta este negocio desde 2005, tuvo que pegar los papeles en una pared junto a la mesa en la que sirve la ‘jama’ a sus comensales, en los que aclara que el plato de comida en su local ya no es un ‘dolarazo’, sino un ‘dolarazo’ más un cuarto, debido al incremento del precio del arroz y otros ingredientes importantes para la elaboración de un plato a lo ‘guayaco’: con harta sazón.
Desde hace tres semanas el precio de la libra de arroz se ha duplicado. El acaparamiento del grano por la llegada del fenómeno de El Niño sería la causa. Autoridades le han puesto la lupa a las piladoras.
Hasta hace un par de semanas, lo que pagaban los clientes por cada porción era lo que decía su nombre (un dólar); sin embargo, debido al incremento de la gramínea, ella decidió aumentar el valor de cada ración a $1,25 porque si no lo hacía, salía en contra.
“Hasta el momento, hemos podido mantenernos porque subimos el precio, si no ya se nos venía abajo el negocio. Estaríamos invirtiendo más de la cuenta y quedando en pérdida”, asegura.
Alba, oriunda de Macará, asegura que en sus 18 años en el negocio nunca había escalado tanto el valor de un quintal de arroz.
dueña de local de comida
“Yo lo voy a comprar directo a la piladora (en Petrillo) y aun así me sale en 60 dólares”, comenta. Y no hace más que aceptar el precio en el que le ofrecen cada saco, pues es la base de su negocio.
Con una sazón única prepara de lunes a domingo platillos como arroz con menestra de lenteja o fréjoles, guatita, puré y secos. Ella, a diario, dice usar un quintal de arroz, pues recibe muchos clientes y teme por la situación, porque el pueblo ya nota la diferencia. “Si esto sigue ya será insostenible y tendremos que cerrar”, afirma con resignación.
Alba no cree que pueda aumentar más el precio del plato, ya que sus clientes se “desconchinflan” (molestan) y tampoco consumen. “Por eso todos los ‘dolarazos’ de esta zona nos pusimos de acuerdo y cobramos 25 centavos más”.
Sin embargo, la situación en otros sectores es menos ‘amigable’ y más competitiva.
En Leonidas Plaza y Portete, Juana Párraga toma literal (todavía) la razón de ser de su negocio.
La dueña del local de platos ‘de a lata’ debe mantenerse con la ‘chulla’ moneda porque su vecino (y competencia) no estuvo de acuerdo con subir el precio.
“Mi estrategia es darles menos comida porque no hay más opción”, comenta mientras sirve cuatro platos de arroz con menestra y pone de ejemplo la situación de las familias de cuatro integrantes. “Si le subo 25 centavos, ya no gastarían cuatro dólares, sino cinco, que termina siendo, incluso, una de las comidas del día siguiente”, detalla.
Juana admite sentirse orgullosa de su tipo de negocio, “aunque algunos lo ‘batraceen’” por ser atractivo para los adultos mayores. “Ellos son mis mayores clientes”. Sin embargo, al igual que Alba, espera que el valor del arroz baje.
“Yo tengo pagados algunos quintales, pero cuando se acaben esos que están separados, me va a doler”, afirma entre risas.