El pollo ahora viene ‘con música incluida’, dicen las amas de casa de Guayaquil. El precio de esta carne, la más barata según registros nacionales, ha subido durante los últimos cinco meses: de $ 0,90 hasta $ 1,10 (en el sur de Guayaquil) o a $ 1,40 (en el norte), por lo que el bolsillo ya no da para comer todos los días esta proteína.

En los mercados porteños y de otras ciudades las ‘caseras’ no venden la misma cantidad de esta proteína animal y señalan al alza de precio como el culpable de sus bajos pedidos de ‘pollito’.

Kenya Hernández, quien tiene un negocio en Jardines del Salado, afirma que este se ha ido de picada. Hasta diciembre de 2021 ofrecía la libra en menos de $ 1 y todos los días vendía hasta 25 pollos. Ahora, en este enero pide por el mismo peso $ 1,30 y vende máximo 10 pollos.

Desde la Corporación Nacional de Avicultores del Ecuador (Conave), Diana Espín, su directora, afirma que el consumo de esta carne ha descendido en todo el país a partir de la pandemia, por los efectos generados en la economía. En el 2019 el consumo per cápita (por persona) fue de 30 kilos, cifra que en el 2020 cayó a 28 kilos y en el 2021 a 27.

Las madres de familia dicen que “con las justas compran de poquito en poquito”. Mirian Valero, residente del norte de la urbe porteña, iba al negocio más cercano a su domicilio y pedía dos pollos para la semana. Tristemente, ya no es igual: “ahora tengo para el diario, no más”.

Cecilia de Márquez, ama de casa, concuerda con Valero. La mujer afirma que en una avícola en la sexta etapa de la Alborada subió 60 centavos el precio de cada libra. Cecilia asevera que “una pechuga costaba $ 2,35 y si va a comprar ahora, toca pagar $ 2,95”.

Las alternativas

Ante el encarecimiento del pollo, las amas de casa le hacen frente a la situación con ‘estrategia’.

En el caso de Mirian Valero, opta por atún, o por huevos que afirma que adquiere a $ 1 las diez unidades. “Me toca variar porque si no me reclaman mi hijo y mi esposo. Cocino un día con pollo, otro con atún y al siguiente con huevo. Si les doy de largo huevo, me dicen ‘solo huevo y huevo’”, continúa la mujer de 49 años.

Ella dice que la clave está en la variedad. “Hago atún revuelto con huevos, enrollado o sango del mismo alimento”, concluye Valero.

Para Cecilia, el pescado es más nutritivo que el pollo. Por esa razón se expresa a favor de la comida de mar: “invierto casi lo mismo y como mejor”, asegura.