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¡Penan por educación virtual!
Alumnos de bajos recursos enfrentan un posible abandono escolar. No tienen aparatos tecnológicos y, a veces, no hay cobertura de internet en sus zonas
Aunque 194,5 kilómetros separan físicamente los hogares de tres pequeños en edad escolar, la pobreza mezclada con la situación económica que la COVID-19 deja en el país los enfrenta al mismo enemigo que les noquea el anhelo educativo: el retraso académico.
Snayder, un niño mantense de 12 años, deseaba tener una computadora esta Navidad, no para jugar, sino para estudiar. En Guayaquil, los niños Quiroga Francia esperan que pronto sus padres puedan comprar un celular y poder conectarse a las clases virtuales. Ambas historias son prácticamente ‘calcadas’. Parecen reflejar que la ‘chirez’ y el aprendizaje por Internet son poco compatibles, como el agua y el aceite.
En el segundo piso de una modesta vivienda en el barrio San Pedro, en la ciudad manaba, Snayder pasa las mañanas y las tardes junto a María, su madre, intentando ‘driblar’ el hecho de no estar cursando el octavo año de educación básica, como le correspondía en 2020. Para paliar en algo eso, ella le hace repasar lo que aprendió en su último año de escuela.
Antes de la pandemia de COVID, Snayder asistía a una escuela evangélica. Su progenitora laboraba en una farmacia, pero a raíz de que fueron aumentando los contagios a escala nacional y cerraron negocios para confinarse, ella se quedó sin trabajo.
“Se complicó todo por motivos de dinero, vivimos alquilando aquí y se tenía para pagar el arriendo, pero no para Internet o una computadora. Quedarme sin empleo trastocó todo”, cuenta entristecida la fémina, de 30 años.
Otra problemática que incidió para que Snayder abandone sus clases fue su salud. Hace aproximadamente un año le detectaron una malformación genética en el pecho, que ocasiona que la pared torácica sobresalga.
“Él está bajo tratamiento y usa un chaleco compresor dinámico para mitigar el daño. Necesita varias operaciones a futuro”, detalla.
Con aquel optimismo propio de su juventud, Snayder tiene fe de que en 2021 continuará el colegio y se repondrá poco a poco de sus dolencias. Sus metas de vida son ser un futbolista o un médico.
El chiquillo extraña a sus amigos de aula. Cuando le es posible se conecta con ellos para compartir ciertos conocimientos. Además, su mamá trata de enseñarle algo a través de videos o mediante la lectura de textos.
UN DÍA SÍ, UN DÍA NO
En la quinta etapa de la cooperativa Balerio Estacio, al noroeste del Puerto Principal, los hijos de 11 y 9 años que tienen Rodolfo Quiroga y Madeleine Francia viven toda una odisea para educarse. Hasta el mes de abril se conectaban desde el celular de su madre al wifi que, a su vez, una vecina le prestaba a otro morador de la zona.
A pesar de fallas en la señal, lograban seguir con dificultad sus cursos. El mayor de los niños está en sexto año de educación básica y el que le sigue, en cuarto.
Lamentablemente el aparato móvil de Madeleine se dañó. Su esposo quiso mandar a repararlo, pero el arreglo le costaba un ‘ojo de la cara’. Dinero que, en su oficio de reciclador, no se puede permitir gastar habiendo necesidades más vitales como la comida.
Entonces no les quedó más opción que llevar a los niños donde su ‘veci’, para que intenten ponerse al día en las tareas. “No están mandando los deberes completos, solo saltados con lo que logran igualarse. Si por ejemplo a la semana mandan unas 10 hojas, entonces aunque quieren hacerlo no podrán hacer más de tres”, dice Rodolfo.
El hombre explica que tampoco quiere abusar de su vecina, pues ella tiene un solo dispositivo y sus hijos también deben estudiar. Rodolfo y su pareja, que temen que los jóvenes puedan perder el año, reconocen que los docentes se muestran comprensivos y les han dado plazos para los deberes.
El psicólogo clínico infantil y vocero del colectivo Crianza Respetuosa Ecuador, Christian Arias, refiere que en este tipo de casos se produce un desface en el aprendizaje. “Ellos están desarrollando habilidades, destrezas y procesos cognitivos que necesitan una cierta continuidad”, explica.
El especialista menciona que también se genera un desfase académico, pues se altera todo el programa curricular que los niños y adolescentes deben ir superando. Y quienes resultan más perjudicados son los menores con capacidades educativas diferentes o quienes están en una situación de vulnerabilidad (consumo de drogas, embarazo adolescente, etcétera).
Sin embargo, Arias rescata que este proceso de aprendizaje virtual empujó a que los padres “sí o sí” se involucren en la enseñanza de sus hijos y que exista más empatía entre ellos como representantes, el sistema educativo y los profesores.
Ve como saludable que la educación se reinvente, aunque recalca que el Gobierno debe mejorar su sistema para evitar que ocurran abandonos escolares.
psicólogo.
PIDEN ACCIONES
Isabel Vargas, presidenta de la Unión Nacional de Educadores, insta al Estado a que instale antenas de conectividad para garantizar el acceso a internet del alumnado, sobretodo en áreas rurales, donde el servicio es deficiente.
Cita que en un estudio que hizo la organización gremial se determinó que aproximadamente el 70% de estudiantes tenían problemas para comunicarse con sus profesores en época de pandemia.
Vargas informa que algunos catedráticos quienes han ido a dejar las guías de estudio a las casas de sus alumnos, han resultado contagiados del virus. Además dice que, en un eventual retorno a clases presenciales en 2021, los planteles educativos deben tener la tecnología necesaria, pues un porcentaje de estudiantes aún seguiría en clases desde internet.
El Ministerio de Educación refiere que para contrarrestar la deserción estudiantil implementó la plataforma Aprendemos Juntos en Casa, con alrededor de dos millones de usuarios activos. Esto se complementa con la entrega de textos físicos y digitales. Además la entidad cita que desde el 23 de marzo de 2020 se transmite una hora diaria de programación educativa en más de 1.000 medios de comunicación.