Apenas tiene 14 años y Juan Carlos (protegemos su verdadero nombre por ser menor) ya ha padecido lo que es el impacto de una bala en su cuerpo. Hace dos meses recibió un disparo en la pierna derecha, se salvó de morir porque se escondió detrás de un carro.

Pero este adolescente cuya adicción debería ser los estudios o alguna actividad deportiva, como cualquier chico de su edad, también genera violencia. Un equipo periodístico de este Diario, mientras reporteaba la balacera donde la noche del jueves dos menores de edad resultaron heridos en el bloque 9 de Bastión Popular, noroeste de Guayaquil, observó el ataque que el chico propinó a otra persona.

El adolescente se acercó a un domicilio vecino y enardecido se confrontó con un hombre que dormía en una vereda. Luego de increparlo le quitó la muleta y con esta lo golpeó fuertemente en la cabeza.

El agredido se paró y avanzó hasta la esquina. Se acercó al adolescente y le devolvió el ‘muletazo’. Pero la riña no terminó ahí. El enardecido muchacho caminó unos cinco metros, tomó dos piedras y se las arrojó al hombre con quien mantuvo el altercado.

De esto fuimos testigos no solo quienes realizábamos la cobertura periodística, sino también moradores de este sector, perteneciente al distrito Pascuales, donde hasta ayer se reportaron 27 crímenes. El pasado domingo, en el bloque 2, fueron asesinados dos menores de edad, su padre se salvó porque se lanzó a una zanja.

Un habitante, quien evitó revelar su nombre por temor a represalias, contó que el muchacho, al parecer, es miembro de una banda criminal y que, pese a su corta edad, ha estado vinculado en varios hechos violentos.

“Es lamentable como se pierde la juventud. Si no se hace nada este ‘pelado’ podría convertirse en un peligroso delincuente. El jueves también se salvó de que lo maten. Él estaba con el grupo de menores que balearon. Pero el hombre a quien golpeó tampoco es nada bueno, ¿por qué cree que cojea para caminar y usa muletas?, porque le dieron dos tiros”, expresó el morador.

El capitán Andrés Rivadeneira, jefe de operaciones de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) Zona 8, lamentó que jóvenes como Juan Carlos sean víctimas del entorno donde se desarrollan, ya que desafortunadamente muchas veces copian lo que ven en su barrio o emulan las actividades ilícitas a las que se dedican sus padres.

“Para ellos es una actividad normal. Hemos visto casos en que los hijos matan a sus padres hasta por pertenecer a una banda criminal rival, esto es porque crecen en hogares disfuncionales, en donde no se le da amor cuando son niños y cuando son adolescente buscan una falsa protección en la calle”, puntualizó el jefe policial.