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El pastor Ángel Matamba es un exboxeador que ahora predica la Palabra de Dios.Miki Rodríguez

El pastor Matamba: del cuadrilátero a predicar en las zonas calientes de Guayaquil

Acompañamos al pastor a un culto a donde pocos se atraven a ir

Cuando la tarde agoniza, el bullicio del agitado sector comercial de la entrada de la línea 8 va apagándose, al igual que la luz natural, dando paso a la oscuridad, que se extiende por esta zona ‘candela’ del noroeste de Guayaquil.

La avenida Casuarina se alarga: cada vez hay menos personas deambulando por las aceras y también menos vehículos. El ambiente se vuelve pesado. ‘Zumba’ el miedo. Aquí la noche es solo para los manes ‘hasta las mismas’, para los peligrosos, los osados, pero también para quienes andan con Dios.

Donde las papas queman 

La avenida Casuarina comunica con Monte Sinaí, pero a la izquierda de esta vía aparece la cooperativa San Ignacio Loyola, donde se acaban el cemento y el pavimento. Más adentro, el polvo recibe a quienes pisan la cooperativa Reinaldo Quiñónez. Aquí no ingresa cualquiera, salvo que seas vecino. Y quien no tenga familia allí o sea simplemente conocido, debe hacerlo con alguien del sector.

La iglesia está ubicada en la Cooperativa Reinaldo Quiñónez.Jerson Ruiz

La ‘fama’ que ha adquirido esta zona tiene que ver con los hechos violentos ocurridos en los últimos años. La Reinaldo Quiñónez es vecina de Socio Vivienda 2, perteneciente al Distrito Nueva Prosperina, que solo en 2025 lleva 19 muertos en los primeros días, y en 2024 cerró con 383 asesinatos.

18:30. Ángel Matamba (69 años) serpentea esas calles vacías, irregulares y polvorientas, conduciendo su Terracán blanco, modelo 2006, automático (que ya pide cambio).

Él es pastor evangélico, pero en su juventud fue boxeador profesional. Sus puños llevaban su marca: Kid Matamba, pero desde 2008 ahora le pertenecen al Señor.

Ingresa a este sector casi a diario con un solo objetivo: predicar la palabra de Dios en la iglesia Casa de Adoración Atletas de Cristo, pese a que buena parte de su familia le ha pedido que deje de hacerlo, porque la zona es peligrosa.

A pocas cuadras de su destino, cuatro motos vienen de frente. Prenden y apagan las luces como una forma de código. Después de la tensión, saludan al pastor y siguen su rumbo.

He llegado junto a él a la Reinaldo Quiñónez para ser testigo de su labor con unas 20 personas dentro de ese templo.

Afuera, las calles están desoladas. Son apenas las 19:00 de un viernes, pero se siente el temor en la piel. En las aceras hay pocas personas, que parecen estar distraídas en otras cosas, pero observan todo.

Las calles de la Reinaldo Quiñónez al norte de Guayaquil.JERSON RUIZ

Aparecen unos motociclistas sin casco. Son ‘pelados’, no pasan de los 18 años.

Los hermanos (cristianos evangélicos) comienzan a llegar. Unos se bajan de mototaxis, otros llegan a pie. Todos se saludan. Se sienten seguros en la casa de Dios, a pesar de que mientras se desarrolla el culto se escucha que las motos siguen pasando. Ese sonido enciende el miedo dentro de la iglesia, por lo que un hermano intenta calmar a los asistentes: “Si no los ven, no pasa nada”, dice.

Luego se escucha a viva voz: “Él es el poderoso de Israel. Su voz se oirá, nadie lo detendrá al poderoso de Israel”, una alabanza que exalta a Dios y es cantada a todo pulmón.

Matamba habla de la palabra de Dios, y algunas madres ponen a sus hijos en oración. Alguien solicita una plegaria especial por dos chicos que querían ser músicos, pero las malas amistades los han llevado al lado oscuro del crimen.

Ángel Matamba es el partor que imparta los conocimientos de Dios.Jerson Ruiz

El culto termina una hora después. Son las 20:30, pero en la Reinaldo Quiñónez parece de madrugada. No hay nadie en las calles; solo a un costado, la Sazón de Don Quiño, un negocio de comida dentro de una casa, está abierto a la espera de clientes.

En voz baja, alguien comenta que los policías y los militares no entran por allá. Solo cuando hay un cadáver en la calle, el vehículo de Criminalística ingresa para recogerlo y nada más. Esa es la rutina del miedo.

MATAMBA: “NO DEBEMOS TEMER AL HOMBRE”

¿Pero cómo llegó el pastor a este sector? Corría el 2011 cuando un hermano de la iglesia de Ángel Matamba en Las Malvinas, al sur de Guayaquil, le dijo que lo acompañara a la cooperativa Reinaldo Quiñónez, que en ese tiempo era el último barrio de Guayaquil. Ahí comenzó a hacer cultos (reuniones) y el tiempo simplemente pasó. Ahora la zona es parte de su vida, ya que acude todos los días.

Varios de los integrantes de la iglesia que llegaron ese día.Jerson Ruiz

Pastor, ¿cuál es su labor en la Reinaldo Quiñónez?

Estamos con una misión muy importante: recuperar a la juventud que se está perdiendo, y apoyar a las familias vulnerables que necesitan fortaleza. Es una labor tanto espiritual como social.

Hay que tener los nervios templados.

Tenemos una promesa de Dios que nos dice que no debemos temer al hombre, ni a quienes pueden matar el cuerpo. Debemos cuidar nuestra alma, porque Él nos guardará de todo mal. La Biblia dice que esto es solo para los valientes.

Pero igual da miedo...

Le confieso que al principio hay un poquito de recelo, pero cuando uno se fortalece en la palabra de Dios, ese temor desaparece. Yo creo que cuando a uno lo llaman a un propósito, Dios lo equipa y lo prepara para llegar a lugares difíciles y conflictivos.

¿Y cuándo se es valiente?

Cuando Dios nos respalda. Porque cuando tienes a Dios de tu lado, ¿quién contra Dios? Esa es nuestra ventaja. Cuando estás preparado para enfrentar cosas que ni siquiera imaginabas, pero que Dios ya tenía planeadas para ti, es cuando dice: “Ven, confía en mí”. Yo nunca pensé que terminaría en un lugar tan conflictivo, pero aquí estoy, y sé que es parte de lo que Dios tenía para mí.

Ángel Matamba, principal del equipo cafetero de Guayaquil que participaría en la Miami Cup.Archivo

¿Qué es lo más duro de venir aquí?

Tratar con jóvenes que están desviados, pero ellos lo saben y respetan mucho la palabra de Dios. Venimos a orar por ellos y por sus familias. Ellos saben que hay un camino diferente. Vengo todos los días hasta aquí porque sé que es necesario.

¿Solamente le podemos pedir auxilio a Dios? Porque aquí la policía y los militares no vienen.

Es cierto, no vienen, pero la palabra de Dios es la autoridad más grande. Cuando escucho la palabra de Dios, predico y oro por ellos. Muchos me dicen: “Pastor, ore por nosotros”. Son jóvenes que quizás se han desviado de los caminos correctos, pero con el tiempo muchos vuelven. De hecho, en la congregación hay un joven que antes era muy problemático y, gracias a Dios, volvió a las causas del Señor.

Pero las ‘malas juntas’ también han sacado a chicos de la iglesia.

Es cierto, hay jóvenes que antes pertenecían a la iglesia, niños de 11 y 12 años, pero ahora se han desviado. Sin embargo, siguen respetando la palabra de Dios. A los que están leyendo este testimonio, quiero decirles que hay un Dios grandioso y poderoso que tiene un propósito para sus vidas.

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