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Las sexoservidoras están las 24 horas en los exteriores del parque, afirman los trabajadores y los moradores de la zona. Hay colombianas, venezolanas y nacionales.EXTRA

El parque Centenario, otra vez 'secuestrado' por la perdición

La emblemática plaza guayaquileña volvió a ser la 'mata’ de las drogas, robos y prostitución. Su recuperación atañe al Municipio dice la Policía

Nunca antes pasar por un parque le provocó temor a la ciudadana Ana Torres. Hoy le sucedió al atravesar el histórico Centenario, sitio emblemático del centro de Guayaquil, el cual recuerda la gesta libertaria de 1820 que produjo la independencia de España.

La mujer estuvo en en el sector y sus alrededores por unos trámites y al ingresar a la plaza se sintió intimidada. “Entre chicos se miraban, pensé que me iban a robar. Viví temor. Vi a jóvenes fumar marihuana y a mujeres prostituyéndose en plena luz del día”, recuerda la lojana.

Cuando sus familiares la visitan, prefiere llevarlos al malecón Simón Bolívar o a las escalinatas del cerro Santa Ana, menos a este parque.

Lo mismo hace Félix Lavayen, guía nacional de turismo. Él excluyó este sitio de su ‘city tour’ (recorrido por la ciudad) por su peligrosidad. “Hace siete años lo saqué del itinerario, debido a los problemas sociales que se dan dentro y fuera del lugar. Vamos al parque Seminario, a la Catedral, al malecón, al Santa Ana. Al Centenario solo le damos una vuelta en carro”.

Pablo Andrés Vera, guía de Exploreit_ec, coincide con Lavayen en que el lugar es inseguro para los turistas nacionales y extranjeros. Por eso tampoco, desde hace dos años, programa visitas a la columna de los próceres de la independencia (construida en 1914 y entregada en 1918) en su tour local.

Pese a la inseguridad, la web guayaquilesmidestino.com, del Municipio local, recomienda el recorrido por el Centenario como parte de los atractivos de la ciudad.

“La visita que hacemos al parque es una pasada panorámica, no ingresamos. Desde afuera le hablamos de la columna de los próceres”, menciona Astrid Calderón, gerente de una operadora turística.

Los guías anhelan la recuperación de este espacio, que sea emancipado de las drogas, prostitución y delincuencia. Que se dé una regeneración social.

No hay vínculo

Ana reside en Guayaquil desde 1996 y lamenta que no quede nada del Centenario de otras épocas, cuando las familias paseaban y los niños se divertían sobre los caballos de juguete mientras comían algodón de azúcar o espumilla. Momentos que eran captados por las cámaras fotográficas antiguas. “Ese era Guayaquil, no esto”, señala.

Para el historiador Willington Paredes, esta problemática se da porque se rompió el vínculo que había entre el parque y la ciudadanía. “Yo limpiaba zapatos y vendía diarios y este lugar estaba en mi recorrido. Antes había juegos infantiles, carruseles, se presentaban retretas (bandas musicales de vigilantes, municipales). Evocaba a la familia. Eso se dio en los años 50 hasta los 70”, rememora.

En la década de los 70 aparecieron los sobadores. En los 80 llegaron las pandillas juveniles. En los 90 y 2000 fueron frecuentes los asaltos, aprovechando el deterioro de las luminarias. Entre 2010 y 2015 la prostitución empezó a rodear la plaza. “Últimamente hay muchas extranjeras del lado de Lorenzo de Garaycoa, entre Víctor Manuel Rendón y 9 de Octubre, de un lado y del otro”, dice Paredes.

Romerito (67) lleva cuatro décadas en el sitio. Hasta antes de la pandemia era uno de los pocos fotógrafos que laboraban en el parque. Hoy vende caramelos porque afirma que el Municipio no lo deja ‘camellar’ por el virus. “A uno lo corretean y a los que fuman no. Esta ‘vaina’ se ‘fregó’ con los venezolanos. No son todos, pero la mayoría se droga, roba, pelea. La semana antepasada una ‘chama’ casi apuñala a un policía, aquí en la calle Primero de Mayo. La tuvieron presa tres días, luego la aflojaron. Esto es tierra de nadie”, expresa el comerciante.

Hoy solo dos puertas permanecen abiertas: la que da a la calle Lorenzo de Garaicoa y 9 de Octubre, así como la de Pedro Moncayo y 9 de Octubre. Las otras dos están cerradas.

Por lo general, según él, los que andan ‘voladotes’ son los que roban y lo hacen más a mujeres que pasan despistadas.

Juan Vera procura no cruzar por el parque. Si lo hace es en la mañana y tarde, y va ‘soplado’. “Uno no puede ni pararse en sus exteriores porque lo confunden con un trabajador sexual. Recientemente estuve cinco minutos en 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa, esperando a unas amigas a las siete de la noche, y fui víctima de miradas, insinuaciones y acercamientos de hombres jóvenes y adultos”, cuenta.

Esta moto pareciera que tiene un imán que atrae a la muchachada. Por lo general, permanece parqueada por horas en Vélez y Pedro Moncayo.EXTRA

El joven dirige sus sospechas de venta de droga hacia los ocupantes de una motocicleta que permanece parqueada por algunas horas en la esquina de Vélez y Pedro Moncayo. “Dos o tres jóvenes están arrimados a la moto. A ellos se acercan varios ‘pelados’, amagan que conversan, se quedan un rato y se van. No hay que ser detective para saber que compran droga”. Una trabajadora del sector confirma la hipótesis.

La vigilancia y patrulleros son insuficientes 

En el lugar hay problemática socioambiental y delictual, dice el comandante del distrito 9 de Octubre, coronel Fernando Vaca, quien confirma que hay presencia de mujeres y ‘trans’ ofertando servicios sexuales en la vía pública, además de los proxenetas. Los hoteles y moteles del sector alquilan sus instalaciones para el ‘cuerpeo’ y otras intimidades.

Respecto a los delitos, se registran robos a personas, estafas con escopolamina y agresiones (riñas). Existe una percepción de inseguridad por parte de los moradores y turistas.

Deambulan ‘hacheros’ y personas que viven en la mendicidad. Sin embargo, hay patrulleros, motocicletas y personal a pie rondando la zona. Incluso hay un PAI dentro del parque”, recalca Vaca.

El tema de la seguridad ciudadana y orden público es un asunto policial, “pero la recuperación de los espacios públicos es competencia del Municipio”, precisa el coronel, quien añade que incluso hay vigilantes comunitarios, trabajadores informales, quienes son los ‘ojos secos’ de la policía, y cualquier situación sospechosa es comunicada a las autoridades por medio de un chat.

La administración y mantenimiento de la plaza está a cargo de una institución bancaria, mediante un convenio de cooperación cívica suscrito con la Municipalidad.

La entidad se encarga de la limpieza, riego, poda, desbroce de maleza, reposición de especies o cualquier elemento verde del lugar.

El parque cuenta con guardias privados y cámaras de videovigilancia, contrato administrado por la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil, señala el Cabildo, que asegura que agentes metropolitanos rondan la zona, aunque los vecinos y trabajadores del Centenario dicen lo contrario.

En 2017 y hasta febrero de 2018, el entonces alcalde Jaime Nebot mandó a cerrar todas las puertas, excepto la de Lorenzo de Garaycoa, a fin de “asegurar” la plaza.

Hoteles, moteles y colchón para el ‘cuerpeo’ al aire libre

Lulú va para dos décadas de ofrecer servicios sexuales. Trabaja todos los días, de 10:00 a 20:00. Su ‘vitrina’ es la esquina de Primero de Mayo y Lorenzo de Garaycoa. “Uy, aquí arranchan carteras, celulares. La zona es ‘pepa’ desde hace cinco años. Hay ‘hacheros’ jóvenes. Los mayores le hacen al ‘polvo’ (pasta base). Las venezolanas me tumbaron el negocio. Si cobro $ 10, ellas $ 5”, dice la mujer, quien confiesa que va con sus clientes a los moteles de la calle Rumichaca, pero otras usan los de la Lorenzo de Garaycoa, cerca del parque.

En la entrada del parque que da para 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa, las aceras son el ‘colchón’ de algunos.EXTRA

Romerito afirma que los hoteles funcionan más como moteles. “Las prostitutas toda la vida han estado aquí. Ahora se nota más con las venezolanas, que son más jóvenes y arregladitas. Están ubicadas cerca del PAI (Puesto de Auxilio Inmediato de la Policía) del parque, por el lado de Lorenzo de Garaycoa y Vélez. Es peor que la 18”, menciona el informal, quien cuenta que no solo ellas se venden, también hombres. “Conozco ‘hacheros’ que se venden por uno o dos dólares, se dejan hacer de todo para conseguir para su consumo”.

Andrés, trabajador del edificio El Fórum, ubicado del lado de Vélez, cuenta que desde la ventana ve cómo el consumo de drogas y la prostitución ‘juegan al pepo’. “Es Sodoma y Gomorra. En toda la esquina de Pedro Moncayo y Vélez se ve a jóvenes de 18 a 25 años, hombres y mujeres, prostituyéndose. A tres cuadras, a la altura de la avenida Machala, entre Vélez y José de Antepara, incluso había colchones donde tenían sexo”.

'Chulos' feroces

Hace cinco años, Andrés fue testigo del asesinato de un joven que fue atacado por el ‘chulo’ de una sexoservidora. Este reventó una botella y le hizo varios cortes.

“Ellas mismas les dicen a sus maridos cuando el ‘pato’ va con plata. Les mandan mensajes para informarles y antes de ir al hotel lo ‘bajan’. Y si uno responde, pican botellas y atacan. De arriba vi toda la jugada”, relata.

“Los ‘choros’ y drogadictos están dispersos dentro y fuera del parque. En el interior la cosa aparenta ser ‘más relax’, porque están los guardias. Las sexoservidoras más paran en la mañana por la Pedro Moncayo y en la noche se toman la Lorenzo de Garaycoa”, señala Andrés, quien opina que los policías cumplen su trabajo, pero considera que ellos no tienen garantías

"Yo estoy en la zona a las 06:00. A esa hora, los ‘chamos’ detrás de la estación de la ‘metro’ están teniendo sexo”.
Luisa, vendedora