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Parkour: salto a la desigualdad
Roberto Méndez se ha hecho viral por sus arriesgados ‘vuelos’, en Quito. Su misión es que niños en vulnerabilidad puedan acceder a esta práctica.
Como si fuese una ardilla voladora, el cuerpo de Roberto Méndez también ‘vuela’ en medio del concreto quiteño. Este joven, de 26 años, ha hecho del parkour su forma de asumir la vida: superando miedos y obstáculos.
Este deporte, que llegó a él cuando tenía 16 años -ahora tiene 26- le ha permitido llegar sobre todo a los niños. Una de las razones por las que lo practica en sitios populares.
Esta actividad es relativamente nueva. El término deriva de parcours du combattant (parcours significa recorrido en francés), clásica pista de obstáculos utilizada en los entrenamientos militares propuesta por Georges Hébert.
EXTRA lo acompañó a encaramarse en El Tejar. Roberto es maestro en una escuela de Atucucho, cerca de su casa. Él es tecnólogo en actividad física, recreación y deporte. También está por licenciarse en entrenamiento deportivo.
Estructuras accesibles
En su cuenta de TikTok se lo puede ver en acción. Lo que ha llamado la atención de sus seguidores es que a diferencia de practicantes extranjeros, Roberto lo hace en sitios como los túneles de San Roque, donde incluso hay basura y huele a orina. “En primer lugar, nos gusta la cercanía con la gente. No nos ven como bichos raros, sino que se acercan”, dice el ‘profe’.
Además, cree que las estructuras del Centro Histórico, aunque estén descuidadas, son más aptas para hacer parkour.
Esta vez él y su amigo y pupilo, Sebastián, suben y bajan por los pasamanos del puente de El Tejar. En cuestión de segundos trepan al menos 15 metros. Quienes los ven quedan boquiabiertos.
Dos niños con sus padres se acercan a preguntarles por lo que hacen. Roberto les explica que es necesario entrenar para tener la fuerza necesaria y subir por los edificios.
- ¿Usted enseña?
- Sí, llámame, le dice el deportista mientras le escribe su número telefónico en una hoja de cuaderno.
Nada improvisado
El parkour es una actividad física basada en la capacidad motriz de las personas y fue desarrollado a partir del método natural. Los practicantes tienen como objetivo ir de un punto a otro de la manera más sencilla y eficiente posible, adaptándose a las exigencias con la sola ayuda de su cuerpo.
Sebastián conoció a Roberto en las clases que impartía en los programas del Patronato San José. Fue un cambio increíble en su vida. “Yo era un chico gordito y débil, pero lo fui superando. Esto me ha dado confianza y eso busco transmitir a los demás”, cuenta.
Ambos primero calientan los músculos y las articulaciones, pues el cuerpo debe estar despierto porque implica un alto riesgo. “Me he caído y tuve varias heridas, por eso hay que planearlo todo”, agrega.
Además, es necesario inspeccionar previamente los sitios donde se va a practicar. Para lanzarse por la salida del puente de San Juan, por ejemplo, tuvieron dos semanas de preparación porque incluso tuvieron que raspar las piedras. “Estaba resbaloso. Por eso es que no podemos hacer demostraciones al azar. Todo debe ser calculado”, explica Roberto.
El calzado y la ropa cómoda son de los elementos indispensables para el parkour. Con ejercicio constante y dejando el miedo a un lado, estos jóvenes utilizan técnicas que buscan durante la progresión, economía en el movimiento y una interrupción mínima en los desplazamientos. Se ve fácil para los espectadores, pero no lo es.