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¡Parálisis del sueño o espíritus morbosos!
Germania Salazar, Guayaquil
“Cuando tenía 16 años no me podía acostar en ninguna cama porque me quedaba dormida y sentía que un bulto se me tiraba encima, que quería estar conmigo. Trataba de pedir ayuda, pero no podía gritar”, comenta Jenny Suárez, de 48 años. Debido a esta experiencia, la cual ella cataloga como paranormal, evitaba cerrar los ojos cuando caía la noche: “Aquello hizo que se me alteraran los nervios”.
Una madrugada, al despertarse, notó que le dolía el cuerpo, como si alguien la hubiera ultrajado. Así que rompió a llorar. Pero cansada del misterioso fenómeno decidió enfrentarse a el. “Grité que si era tan real que se apareciera ante mis ojos. Entonces sentí dos bultos grandes detrás de mí. De modo que comencé a orar. Aquellos bultos cayeron al piso y desaparecieron”, relata Jenny, quien supuestamente vivió estos extraños episodios por el lapso de un año.
“Ese o esos espíritus me querían violar. Hubo un momento en que percibí que el ser pretendía entrar en mi cuerpo. Es una experiencia muy fuerte, que casi no la cuento”, agrega Jenny, licenciada en Teología y que ahora se dedica a ayudar a otras víctimas de presuntos ataques demoníacos sexuales. Muchos de ellos, matiza, comienzan con sueños húmedos y algunos afectados amanecen con “moretones o chupetes”.
Seres extraños
Para Ronald Chávez, experto en hechos paranormales, la parálisis del sueño, que suele traducirse en despertares de madrugada sin poder mover un solo músculo, es uno de los campos de investigación más importantes dentro su trabajo. Desde el punto de vista médico, se explica como una especie de incapacidad momentánea para realizar cualquier tipo de movimiento. Pero cuando van acompañados de sueños, marcas, moretones o la supuesta visualización de algún ente, los episodios suelen ser muy intensos para la persona que los experimenta.
Los parapsicólogos incluso relacionan estos casos con la ufología, ya que en ocasiones se reportan presuntas visitas de seres extraños a los dormitorios de las víctimas, a las que no permiten emitir sonido alguno. Otros estudiosos afirman que el cuerpo astral “abandona su cuerpo físico por unos instantes”, que existen testimonios de personas que dicen “observarse a ellas mismas paralizados, flotando”, señala el entendido.
Para la ciencia
La ciencia ha bautizado este fenómeno como el síndrome de Old Hag, un trastorno del sueño que puede ir acompañado de olores extraños, sonidos aterradores, supuestas apariciones y una sensación de peso en el pecho. Por lo general, la percepción de inmovilidad dura hasta un minuto.
Según la psiquiatría, está relacionada con la parálisis natural que ocurre a lo largo del sueño REM, que conlleva un movimiento rápido de los ojos.
Aunque la víctima se encuentra totalmente consciente y alerta, el cuerpo permanece paralizado. En este estado, el cerebro es capaz de manifestar unas visiones que son vividas intensamente. Lo más habitual es que aparezca el miedo.
Durante el sueño REM, el ritmo cardíaco se reduce, igual que la presión arterial y la frecuencia respiratoria. Entonces se produce la parálisis muscular.
No es paranormal
Algunos afectados se muestran convencidos de que esas experiencias van más allá de una mera pesadilla, que han sido víctimas de ataques a manos de entes y no de su propio subconsciente. Pero los científicos descartan que se trate de fenómenos paranormales.
“Son producto de un pensamiento primitivo precategorial, que es una forma bastante inmadura de observar los fenómenos naturales”, explica el neuropsiquiatra Pedro Posligua, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Sexología y Educación Sexual. Quienes padecen esta clase de parálisis son, a su juicio, personas sin buena calidad del sueño.
En la pubertad, añade, los sueños húmedos aparecen tanto en hombres como en mujeres. Pero muchos interpretan mal esta clase de sucesos y creen que están invadidos por espíritus malignos que los toman mientas descansan.
Posligua resalta que, en la mayoría de los casos, esta lectura se debe a grandes represiones de tipo sexual, a menudo por temores o situaciones traumáticas vividas a edades tempranas como, por ejemplo, abusos sexuales.
“Es una mezcla de sentimientos de culpa con las vivencias propias de las fases profundas del sueño REM. En realidad, no hay ninguna situación de tipo paranormal. Ese pensamiento uno lo modifica a medida que madura emocionalmente”, destaca.
Pero si una persona no madura y no recibe tratamiento puede llegar a un cuadro de tipo psicótico y llevar estas experiencias hasta el matrimonio.
La opinión católica
“Es verdad que el demonio existe y que muchas veces se vale de mecanismos para molestar a las personas”, admite el padre Rómulo Aguilar, rector de la Catedral de Guayaquil. A su juicio, cuando este tipo de sueños tienen que ver con algo demoníaco aparecen signos en las víctimas como moretones: “La parálisis se debe al terror que produce el espectro”.
Por eso aconseja tener confianza en Dios, serenarse y buscar ayuda espiritual, aunque agrega que no todos estos episodios son de origen diabólico. Porque “en muchos casos”, detrás de ellos se ocultan miedos, experiencias traumáticas, prejuicios que tenemos grabados en la mente o recuerdos sobre leyendas como la Dama tapada o El duende, con las que se alimentó nuestra imaginación.
“Hay una serie de situaciones que el corazón y la mente humana pueden confundir con una señal diabólica y extrasensorial”, concluye.
Evangélicos
En el ámbito evangélico se considera que detrás de estos hechos suele haber espíritus del mal, que carecen de cuerpo. Para Luis Riera Jiménez, licenciado en Teología, los sueños húmedos son normales hasta cierta edad durante la adolescencia.
Pero si esa misma persona comienza a descubrir un mundo de promiscuidad a través de la pornografía y no tiene una buena formación moral y espiritual pueden prolongarse en el tiempo.
Según Riera, los supuestos ataques sexuales demoníacos suelen correr a cargo de dos tipos de entes conocidos como “íncubos” (demonio masculino que se acerca a violar a una mujer) y “súcubos” (demonios femeninos que ultrajan a los hombres). “No es normal, es un evento paranormal”, insiste.
Uno de los súcubos es ‘Lilit’, una princesa demoníaca. “Según la mitología, se cree que fue la primera mujer de Adán. Aparece en los sueños de los hombres como una mujer bella. Se encarga de dañar los matrimonios”, apostilla.
En el caso de los hombres, el demonio es ‘Asmodeo’, príncipe de la sexualidad. Suele estar detrás de las féminas recién casadas “y no permite que se sientan satisfechas con sus maridos”.
Estos espíritus, subraya, roban la energía de la persona y se alimentan a través del sexo. La apariencia del íncubo no es necesariamente atractiva, ya que no busca la seducción en la mujer, sino despertar los instintos sexuales más bajos de ella. Además, está dotado de un miembro de gran tamaño.
Los íncubos siembran la lujuria en la mujer y le provocan sueños húmedos, pensamientos desviados o exagerados. Tras varias noches de precalentamiento, este ser se materializa y copula con la víctima. A la mañana siguiente, la persona no recuerda casi nada, solo que ha tenido un sueño brutal y extraño. Pero, además, siente “debilidad y abatimiento”.