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Papá del niño asesinado en heladería atesora su último obsequio: “Mi regalo sería verlo en sueños”
Junio ya no es un mes de celebraciones, sino de tristezas. Los días del Niño y del Padre no fueron ni serán iguales. Además, el 29 próximo Sebastián debía cumplir 12 años. Pericias revelaron que la bala que lo mató fue la del policía.
Si los sueños se convirtieran en realidad, el de Tomás Obando Franco sería poder recibir este día los abrazos y mimos del mayor de sus dos hijos. Sin embargo, es consciente de que su ilusión no se cumplirá, Sebastián no está más. Murió durante un enfrentamiento entre un policía y un presunto delincuente.
Han pasado ocho meses del asesinato del niño de 11 años, hecho suscitado el 17 de octubre, en una heladería del sur de Guayaquil, y para su padre los recuerdos de Sebas, como cariñosamente llamaba, están intactos en su mente y los guarda como un tesoro en su corazón.
“Aún no me acostumbro a su partida, parece que fue ayer que la muerte me arrebató a mi niño. Recuerdo su sonrisa, las horas que pasábamos juntos, yo era su cómplice y él, mi mejor amigo. La razón por la que todos los días me levantaba, porque sabía que al regresar a casa me esperaba para jugar, para contarnos chistes. Con su muerte, una parte de mí también murió”, expresa entre lágrimas.
Para Tomás y para su esposa, Viviana Álava, junio es el mes más doloroso, porque está marcado de recuerdos y de fechas que no volverán a celebrar con alegría: el Día del Niño, del Padre y el 29, Sebastián debía cumplir 12 años.
“Este Día del Niño decidimos no salir de casa, hay un espacio vacío que nadie lo llenará y para Día del Padre (hoy), mi único regalo sería ver a mi hijo, abrazarlo, aunque sea en sueños. La única vez que lo soñé fue al mes de su muerte y en él sabía que estaba muerto, pero no sabía cómo decírselo. Fue una pesadilla”, indica.
Padre e hijo cumplían una rutina los fines de semana, salir de casa temprano para comer encebollado, luego el niño lo acompañaba a su trabajo. Y los domingos también pasaban juntos. “Trato de sobrellevar esta pena, pero no hay momento en que no lo recuerde y cuando veo sus fotos el dolor es más hondo”.
El Día del Padre del año pasado, Sebastián y su hermanita lo despertaron con un arreglo hecho con globos y una tarjeta con la frase: ‘Súper papá’.
“Cómo olvidar ese día, si parece que lo estuviera viendo”, menciona Tomás, mientras sostiene la corbata hecha con fomi que sus hijos le regalaron.
Tomás hace una pausa, seca sus lágrimas y mira un jarro personalizado con la foto de él y su niño, la cual adorna su oficina.
“Me lo dio el año pasado, antes de que me lo mataran. Me hace tanta falta. Hace unos días, mi esposa me preguntó: ¿qué vamos a hacer el fin de semana?, le contesté que no quería nada, que no tengo qué festejar”.
“Tiro salió del arma del policía”
Cuarenta días después del asesinato de Sebastián, la policía detuvo a Carlos José Espuner Pilaloa, quien en complicidad con otra persona entró supuestamente a robar a la heladería donde se encontraba la familia Obando Álava.
Sin embargo, las pericias balísticas demostraron que la bala que mató al niño salió del arma de dotación del policía que trató de repeler la acción de los sospechosos, revela Tomás.
“Fue la bala que disparó el policía y no la del delincuente la que mató a mi hijo. La defensa del ladrón basa su alegato en eso: ‘Mi cliente fue a robar, su intención no era matar al niño’, dijo la abogada del detenido. La Fiscalía no nos presentó algunas evidencias que sí lo hizo la defensa del detenido, entre ellas, que el agente no estaba en su hora laboral y que no debía llevar su equipo de dotación”.
Hace un mes, Tomás presentó una acusación particular en contra del agente. “Fue negligente en su procedimiento. Nos expuso a todos y las consecuencias fueron fatales, porque mi hijo murió y hoy en mi pecho hay un vacío que nadie llenará”.