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La noche del martes 19 de enero ocurrió el accidente.YIE

Orando en culto le llegó la muerte

Los cristianos estaban adorando a Dios cuando un carro resbaló, tumbó la pared y mató a una creyente. Desgracia ocurrió en San Miguel de Tisaleo

“Me encontraba en mi turno regando el agua en los cultivos cuando mis hijas me avisaron que Yolita había muerto en un accidente. Estaban en el culto cuando ocurrió la desgracia”, lamentó Juan Pilco, oriundo del barrio San Luis, a cinco minutos del caserío San Miguel, sitio donde ocurrió la desgracia y que pertenece a Tisaleo, provincia de Tungurahua.

Eran las 20:00 del martes 19 de enero cuando se alertó del accidente al ECU 911. Un grupo de personas participaba de un culto en el centro cristiano ‘A cielos abiertos’, y el silencio de la meditación fue interrumpido con el estruendo del choque de una camioneta Chevolet D´max que al parecer no estuvo bien parqueada.

“De repente todo se volvió confusión dentro de la iglesia y la tristeza nos invadió cuando observamos a Yolanda Tisalema cubierta por los ladrillos”, contó María, una vecina del sector.

El impacto del estrellamiento del vehículo derribó una de las paredes del templo en el momento que todos los seguidores estaban congregados.

Wilmo Villegas, jefe del Cuerpo de Bomberos de Tisaleo, mencionó que apenas conocieron del percance los paramédicos se trasladaron al sitio, pero no pudieron hacer nada porque la persona estaba sin vida.

Impidieron levantamiento

Al llegar los policías, más personas tanto de San Miguel como de San Luis estuvieron en el sitio del accidente. Los peritos se disponían a acordonar el área, recoger las pruebas para la investigación y realizar el levantamiento del cadáver; sin embargo, los habitantes se opusieron y enérgicos sentenciaron a los servidores policiales que no iban a permitir que se lleven el cadáver.

Más de 300 personas se congregaron en el lugar del percance y unos incitaban a otros para impedir cualquier procedimiento policial.

El fiscal del distrito Quero, Celso Lescano, dispuso que el personal se retire del sitio, pero a la vez informaron al esposo de la víctima que los procesos eran necesarios para la sepultura.

Sin hacer caso a las palabras del fiscal, el último adiós de Yolanda Tisalema, de 46 años, se lo hizo dentro del templo donde estuvo sus últimas horas antes de la muerte.

Los amigos y hermanos de religión se acercaron ayer para darle el último adiós y esperar la sepultura.

José Quishpe, presidente de la Asociación de Funerarias, explicó que cuando se trata de un caso fortuito y no de muerte violenta y al no permitir la comunidad el traslado, la familia debería buscar un médico que se responsabilice y entregue el certificado para lograr la inscripción.

“También pueden ir al Registro Civil con dos testigos y contar cómo fue la muerte, y al no haber intervenido el médico legista porque no se la llevó al Centro Forense, en la entidad tienen la obligación de inscribirla con los testigos”, añadió Quishpe.

Problemas legales por certificado

El jefe de la Unidad de Muertes Violentas de la Dinased, Marco Salazar, enfatizó que esta muerte es calificada como accidental-violenta por la forma cómo ocurrieron los hechos.

Por lo tanto, el procedimiento le correspondía de manera directa a la Policía Nacional y cumplir con todos los protocolos. “No se podía obligar a los familiares que entreguen el cadáver, pero el médico que entregue un certificado, en este caso, podría acarrear problemas legales. Como no hubo levantamiento, tampoco protocolo de autopsia que nos diga la causa, no podrían inscribirlo en el Registro Civil ni sepultarlo en ningún cementerio. La única opción sería en la casa, eso les corresponde a los familiares”, puntualizó el capitán. (YIE)