Alejandra Ramos sintió el alma de su bisabuela y de su primo cerca de ella. Percibió sus aromas y escuchó sus voces como cuando estaban vivos. Sus parientes fallecieron hace tiempo, pero la joven estuvo dentro de un ritual vudú para comunicarse con ellos, hacerles ofrendas y pedirles que la protegieran. ¡Qué miedo!

Aquel rito se hizo a pocos días de que empiece octubre, un mes que, según expertos en fenómenos paranormales, es el más energético del año. Ricardo Mera, parapsicólogo, lo ofició y explicó que en esta época se abren portales dimensionales entre el mundo de los vivos y el más allá.

Según él, los protectores de los espíritus de los muertos les dan permiso para contactarse con sus familiares mortales. “Ellos también tratan de cumplir cosas que no hicieron cuando estaban con vida”.

Sin embargo, el experto enfatizó que al abrir portales no solo ingresan las almas de los antepasados, sino que se pueden colar espíritus de bajas energías, quienes causan daño a los que practican el ritual.

Honrando a los muertos

Mera realizó una ceremonia ancestral basada en el vudú haitiano. Él fue el guía del ritual en el que participaron cinco jóvenes, entre ellos Ramos, a quien el espíritu de sus familiares le aconsejaron y le cumplieron un deseo, aseguró.

Eran las 14:00. El experto y el grupo ingresan al parque Miraflores, en el centro de la capital. Buscan un lugar apartado para abrir un portal hacia el mundo de los muertos. Ramos elige un pequeño cerro rodeado de árboles donde la luz del sol ingresa con dificultad.

El parapsicólogo coloca varios artilugios encima de un montículo y forma un altar con un pañuelo en el que constan símbolos protectores del vudú. Ubica una cruz de madera, una daga de metal con una cubierta púrpura, pétalos de rosa, una tabla de la ouija y una botella en forma de calavera.

Saca dos maracas y las hace sonar encima del altar. Aseguró que ese es el llamado para que asomen los ‘cucos’. “Es como el timbre de una casa o cuando alguien llama por teléfono”.

Luego riega el licor de una botella. Primero lo hace en forma de cruz y luego en círculo. Mientras realiza esto les dice a los presentes que pidan un deseo en temas de salud, amor, dinero, trabajo o sexualidad. Luego le solicita a cada uno que se acerque al altar y que, pensando en sus antepasados, hagan la petición y soplen tres veces encima de la cruz.

Cuando Ramos lo hizo dijo que sintió una brisa que le provocó melancolía. Recordó a su bisabuela y a su primo: sintió el perfume de ella y escuchó la voz de él. En ese momento, Mera riega lo que contenía la botella de calavera: “grasa de animal, restos orgánicos, leche y un sinnúmero de licores fermentados”.

Es el momento de colocar las ofrendas. Los chicos ponen flores, hierbas, frutas y caramelos. Cuando Gabriela Albarracín, otra de las presentes, colocaba sus alimentos percibió en el aire un aroma a higos, lo que le trajo recuerdos de su padre fallecido. “Él siempre trata de contactarse conmigo”.

En el turno de Bryan Albán, una nube ocultó los rayos del sol que atravesaban las hojas de los árboles. El joven se sintió mal y se agarró el estómago. Mera lo retiró e hizo sonar las maracas alrededor de su cuerpo, como una especie de limpia. Al ver esto, el resto del grupo hizo sus ofrendas con más cautela.

Para corroborar que hubo contacto con el más allá, Mera utilizó la ouija para, según él, hablar con el Barón Samedi, una deidad de la religión vudú. Proclamó un par de oraciones y el péndulo se empezó a mover en el tablero señalando algunas letras y formando la frase. “No sé qué hace la novia de él aquí”.

El experto no supo interpretar la señal, pero Ramos le dijo que el día anterior había recibido comentarios de varios allegados que le hablaban de parientes fallecidos, entre ellos una amiga que habló de su novio muerto. “Esto es raro”, dijo la mujer.

Para finalizar el ritual, cada uno reunió parte del altar y lo envolvió con una cuerda para que les sirva de amuleto, mientras se cumplen sus deseos.

Mera señala que esta forma es la más directa, pero también peligrosa de contactarse con los antepasados, porque según el, si no se realizan las prácticas que él conoce, espíritus de bajos astrales pueden entrar y perseguir a quienes hicieron la ceremonia.

El experto recomendó a las personas que no pueden realizar un ritual y si quieren pedir algo a sus ancestros, cada sábado de octubre enciendan una vela junto a un vaso de cristal lleno de agua y algún objeto de su pariente. Luego cierran los ojos y hacen la solicitud.

Desde otras disciplinas

Adriana Novillo es sacerdotisa wiccana de la luna, experta en la cultura celta y pueblos de la antigüedad que hablaban indoeuropeo.

Ella afirmó que en octubre se levanta el velo que separa a los vivos de los muertos y es un mes de transición espiritual. Dentro de la tradición celta también se honra a los ancestros, pero con la diferencia de que ellos no les piden favores, sino que les dan las gracias por la ayuda que brindan desde el ‘otro lado’. Novillo añadió que este mes es muy energético para realizar lecturas oraculares, es decir, para saber de alguna forma lo que depara el destino de una persona.

Ella explicó que se realizan rituales para que les vaya bien en las cosechas, para conseguir trabajo o evitar un problema de salud. “También se hace rituales para trasmutar todo lo malo que hemos tenido durante el año”. Esto se lo hace con prácticas de meditación.

Viviana Arias, experta en terapias alternativas bioenergéticas, indicó que desde su disciplina, el mes de octubre es mágico. Ella explicó que en nuestro país en esta fecha es donde existe más carga electromagnética que en el resto del año.

Por eso durante este mes ella suele hacer terapias con elementos naturales como cristales, minerales, sales, entre otros, para mejorar la prosperidad de una persona. “Es medicina cuántica que ayuda a quitar malestares”.

Estos rituales ayudan a que la persona elimine los bajos astrales o larvas espirituales que no los dejan avanzar en su vida.

Arias recalcó que este mes también suele ser utilizado por brujos malignos, quienes aprovechan la carga energética para hacer el mal a otros mediante sacrificios.