Exclusivo
Actualidad
Un niño víctima de violación quedará marcado de por vida
Expertos explican las secuelas que tendrá un menor que habría sido violado por su tío. También responden a qué se debe la conducta del agresor
Yarleidy agarró la mano de su hijo con fuerza y le indicó que no se acercara al domicilio donde el pasado fin de semana la Policía aprehendió a un hombre que, al parecer, abusó sexualmente de su sobrino, de 5 años.
San Vicente es un barrio ubicado a las afueras de la parroquia Pifo, en el suroriente de Quito, y nadie, incluso Yarleidy, se enteró de la aprehensión de aquel sujeto. El hombre, de 30 años, es indagado por la violación del niño y por la difusión de material pornográfico.
Yarleidy cuenta que no lo conocía personalmente, pero recuerda que lo veía caminar en solitario. “Saludaba de lejos”.
Buscan a cómplice
Agentes de la Policía intentan dar con el paradero de otro individuo que habría sido quien grabó los vídeos mientras se cometía el delito sexual. Mientras tanto, la Fiscalía reúne las pruebas para presentar la acusación en contra del sujeto.
Las evidencias físicas son irrefutables, dijo la abogada Johana Orbe, experta en violencia de género. La jurista indicó que los rastros biológicos que dejan los atacantes sexuales en los varones son más sencillos de identificar porque la vía de agresión no fue vaginal, sino anal.
Además, la existencia de los dos vídeos en los que quedó registrada la violación reforzarían los argumentos de la Fiscalía. En este caso la presunta difusión de los archivos que pretendía hacer el acusado se convierte en el acto que ayuda a terminar el proceso delictivo.
La abogada añadió que las condiciones que rodean al hecho se pueden presentar como agravantes para que la ley pida la pena máxima. Entre esas están que la víctima es menor de 10 años, es familiar de su agresor, a quien lo veía como una figura de poder y que el delito fue filmado con un propósito comercial.
Según Orbe, con todos estos aspectos la condena sería el doble del máximo de la pena por violación, que es de 22 años y ahora serían 44. Sin embargo, en la legislación ecuatoriana, el mayor castigo es de 40 años de reclusión.
Traumas y secuelas
Con este antecedente, el detenido es catalogado como un violador por compensación, según la psicología forense. El experto Fernando Tinajero explicó que este tipo de personas no solo son delincuentes sexuales oportunistas que se aprovechan de un momento para actuar, sino que son expertos en planificar el delito.
El objetivo de ellos es tener algún tipo de retribución, ya sea económica o emocional.
Esto responde a que en su infancia fueron agredidos sexualmente y nunca lograron superar el trauma que este acto les generó. Además, al comprobar que tiene una enfermedad catastrófica, el procesado se convierte en un agresor sexual ‘resentido’. Es decir, este tipo de personas no aceptan su situación y culpan al mundo de lo que les pasa. “Descargan su ira con otros”, indicó Tinajero.
El experto explicó que la personalidad de estos atacantes es inmadura y presenta trastornos. Por esa razón, ellos buscan a niños o adolescentes porque los menores de edad estarían a su nivel de comprensión. “Con una persona de su misma edad no saben cómo tratar”, añadió. Al niño agredido le espera un futuro incierto porque podría desarrollar una depresión muy fuerte. También tendría pensamientos suicidas.
El psicólogo indicó que debe atravesar una etapa de duelo y despersonalización del acto. Es decir, olvidarse y dejar de sufrir por lo que pasó.
Esto se vuelve más difícil cuando el agresor es parte de la familia porque el niño podría normalizar lo que le pasó y provocaría que no reconozca bien las sensaciones. “Aprenden que el sentirse querido fue a través de la sexualidad”.
Además, cuando son adultos, en el caso de los niños desarrollan problemas de disfunción eréctil, impotencia o eyaculación precoz. Incluso les pueden atraer las prácticas sexuales sadomasoquistas.
Lo recomendable para el niño es seguir una terapia por varios años que le permita comprender que lo que pasó no fue normal y que él no tuvo la culpa. Así, la víctima logrará distinguir su orientación sexual y tener una relación normal con su futura pareja.
Mientras tanto, en San Vicente, los moradores continúan con la incertidumbre de qué pasó con su ‘vecino’.