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¡Niño pelea contra un “brujo”!
De la nada, según el papá, el muchacho comenzó a hablar solo y a golpear las paredes. Médico psiquiatra dice que se trataría de una patología mental.
Habla con normalidad durante unos 10 minutos, pero de pronto se transforma. Sus ojos giran hacia arriba, sus brazos y el cuello se contorsionan. Su voz está agitada: “¡Rápido! Que no tengo más fuerzas para luchar contra él”, grita.
Su padre no atina qué hacer. Lo agarra de los brazos para impedir que lastime a sus hermanos o que golpee las paredes de la casa. Llora desconsolado. Cree que su hijo ha sido poseído por un demonio.
El hombre al que llamaremos Rubén, para proteger su identidad, contó que todo empezó desde el pasado domingo. Su hijo, de 11 años, estaba en el patio almorzando cuando de repente arrojó el plato al suelo y empezó a gritar. “Se jalaba el pelo y quería golpearnos”.
Luego, el niño se apretó el cuello con ambas manos y dijo: “¡Aplástame, aplástame!”. Rubén se desesperó y llamó a los vecinos para que lo ayudarán, mientras él fue a una farmacia para comprar algún medicamento.
Lourdes Moreano, la representante del comité de salud del barrio, también acudió al lugar para verificar si se trataba de algún problema de salud. Sin embargo, cuando vio al muchacho agitarse y balbucear palabras se asustó.
Moreano y los vecinos llamaron a un pastor evangélico y se pusieron a orar por el menor de edad, quien por varios minutos se quedó dormido. Cuando despertó, la mujer vio que el chico tenía la mirada perdida y hablaba solo.
SUPUESTA BRUJERÍA
Rubén intentó darle medicación para el corazón, pero su hijo le dijo: “no estoy enfermo, a mí me quieren matar”.
El miércoles por la mañana, el hombre fue alertado por un vecino, quien le avisó que su muchacho estaba en un cyber queriendo romper las cosas. Cuando Rubén llegó al local, vio al niño retenido por tres personas. Hablaba de un juego en línea: “Si no le mató yo, me va a matar a mí y a mi padre”.
Necesitaron cuatro personas, incluyendo a Rubén, para calmar los ánimos de su vástago. “Solo no pude, me ganaba en fuerza”, mencionó.
Cuando lo llevaron a la casa, el menor de edad empezó a decir cosas que inquietaron a su padre. Según Rubén, hablaba de situaciones que sucedieron hace más de 10 años, como por ejemplo, cuando le robaron el auto y los ladrones le dispararon sin herirlo. Lo sorprendente para él es que su hijo no estuvo presente en el incidente, tenía apenas meses de nacido.
Luego de los acontecimientos, Rubén habló con él y este le habría dicho que con el que lucha todos los días para que no le hagan daño a él y a su familia es “un brujo”.
Fue entonces que el progenitor recordó que una de sus primas le habría hecho un trabajo de brujería, pero que quizás “cayó en mi pequeño”. Por eso, el hombre viajó la mañana de ayer hasta La Maná, en Cotopaxi, para buscar un curandero que lo ayude. “Mi hijo no era así”, insistió.
Moreano está de acuerdo en eso. La moradora comentó que hasta hace una semana el niño jugaba con otros guambras del barrio con normalidad. “Patinaba con su primo. Lo que le pasó es algo paranormal”, indicó.
Armando Camino, médico psiquiatra, señala que hay que hacer un diagnóstico psicológico y uno clínico psiquiátrico para determinar la afectación del adolescente.
Camino indicó que puede tratarse dos escenarios. El primero puede ser una patología psicótica por la que el muchacho presenta ideas delirantes o de contenido místico religioso.
La otra alternativa es que podría tratarse de trastornos depresivos que pueden desencadenar en una esquizofrenia. “Hay que saber si el muchacho sufrió algún trauma”.
Para el sacerdote franciscano, Mauricio Benavídez, en lugar de llevar al niño donde un curandero hay que llevarlo donde un psicólogo o psiquiatra. “Hay que gastar todos los recursos humanos para acudir al campo religioso”.
Benavídez aclaró que sí existen las posesiones diabólicas y que existen niveles en las mismas. “Las personas que están poseídas tienen una fuerza sobrenatural y suelen leer el pensamiento de los otros”.
Sin embargo, en este caso el padre asegura que el muchacho se está sugestionando por algo o alguien.