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¡Niño de 3 meses lleva la droga en su sangre y necesita ayuda!
Nació con síndrome de abstinencia, pues sus padres, de 22 años, son consumidores. Ella no le puede dar ni el pecho porque su cuerpo está contaminado.
Dos tenazas de dolor aprietan el corazón de Hilaria, de 46 años. La primera, ser ella quien debe criar a su nieto de tres meses de edad que nació con problemas de salud y sin tener dinero para su cuidado. La segunda, tratar de sacar a su hijo y a su nuera, los padres del niño, del mundo de las drogas en el que están sumidos.
Sentada en la cama de su cuarto que está en un patio interior, donde hay dos camas, una cocina, una pequeña mesa, cordeles tendidos en la ‘sala’ y un baño, la mujer cuenta el viacrucis de su vida. Lleva al pequeño José Bladimir entre sus brazos. Siempre lo cuida.
Solución hay, dinero no
Debido a eso, los médicos le entregaron al niño a su abuela para su cuidado. “Mi nieto tiene los pies viraditos y los médicos me han dicho que ha nacido con síndrome de abstinencia (síntoma de adicción); que su problema sí tiene solución, pero tengo que llevarlo al hospital a Guayaquil tres veces a la semana, comprarle medicinas y además tres tarros de leche que valen 20 dólares cada uno, porque su mamá por ser dependiente (a la droga) no le puede dar el seno. En total son 100 dólares semanales que yo no los tengo”, se lamenta la abuela.
El esposo de Hilaria, quien no quiere que lo mencionen, vende aguas aromáticos en la calle y es poco lo que gana. Ante la falta de dinero, la mujer ha dejado de llevar al niño a algunas terapias y de comprar medicinas y pañales. Además, tiene que pagar 75 dólares de arriendo mensuales y está atrasada. Ella antes trabajaba en una camaronera, pero tuvo que dejar ese empleo para cuidar a su nieto. “Mi situación es desesperante y por eso pido la ayuda del prójimo”.
Trabajan para el vicio
Su hijo Patricio y su nuera Yajaira, ambos de 22 años y de menuda contextura, son consumidores de heroína y viven en el mismo cuarto. Ante la presencia de este medio se escondieron en el baño. Después de varios minutos el muchacho contó que conoció a su pareja hace dos años y ya consumía droga, que ya van por el segundo niño, pero al primero lo abortó. Ambos dicen que primero les regalaban la droga, pero que ahora que ya están metidos en el vicio y se la venden.
Cuenta que para comprar la droga limpia buses y carga bultos en el mercado, que se gana hasta 20 dólares y que “todo lo gasto en el vicio”, reconoce. Afirma que está consciente del daño que le hace a su madre, que quiere regenerarse para cuidar a su hijo, pero no puede. “Cuando dejo de consumir me duelen los huesos, me dan escalofríos y me falta el aire. Igual le pasa a ella (Yajaira)”, cuenta el joven, quien aconseja no meterse a consumir drogas duras, “porque esto es un infierno del que es difícil salir”.
Pide perdón a su madre, pero también clama por ayuda para que alguna institución de rehabilitación los acoja. Hilaria, la madre, ruega que algún centro de recuperación reciba a su hijo y a su nuera. Ellos están dispuestos a poner todo de su parte para recuperarse, asegura la mujer.
“Es muy triste mi situación, no se la deseo a nadie. Tener que velar por mi nieto enfermo, sin dinero, más a mi hijo y su pareja que son consumidores, dos problemas que laceran mi vida. Lo que debió ser motivo de felicidad para una madre, es dolor y angustia. Pero sé que Dios no me abandonará”, exclama la abuela.