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Montañita recibe su ‘dosis’ de terror
Habitantes del balneario son víctimas de ‘vacunas’, pero callan para no ahuyentar a los turistas. El asesinato de la
peruana Sandra Villena multiplicó la preocupación de comuneros y comerciantes. Aunque se trató de un hecho aislado, reconocen que la delincuencia también se aloja en esta comuna santaelense.
La farra y la 'joda' dejaron de ser los protagonistas. Nuevamente un hecho violento, el asesinato de la peruana Sandra Karin Villena Manrique, ocurrido la madrugada del domingo 23 de octubre y cuyo cuerpo fue encontrado cuatro días después dentro de una maleta, ha puesto en el centro de atención internacional a la comuna Montañita, balneario de la provincia de Santa Elena.
El femicidio de la sureña, de 32 años, hallada en estado descomposición, ha despertado en los residentes de esta localidad de 1.412 hectáreas y de aproximadamente 4.000 habitantes, la misma preocupación e intranquilidad que vivieron hace ocho años, tras los asesinatos de las argentinas Marina Menegazzo y María José Coni, de 21 y 22 años respectivamente.
Comandante de Santa Elena
Y aunque muchas de las personas asentadas en este lugar aseguran que las muertes de las extranjeras fueron hechos aislados, otros develan (con temor y bajo el anonimato) que la delincuencia es otro ‘huésped’ que se aloja en este balneario y que se pasea entre sus estrechas y pintorescas calles.
Mariana es azuaya, tiene 36 años y más de una década radicada en esta comuna. Ella prefiere no revelar sus apellidos por temor a represalias, sin embargo confiesa que no todo es fiesta y diversión, pues las organizaciones criminales enquistadas en zonas aledañas también atemorizan a los comerciantes y dueños de negocios con el cobro de las ‘vacunas’ (extorsiones).
“Aquí la gente no quiere hablar de este tema. Prefiere callar. Si uno dice algo indebido o que las personas de la comuna no quieren que se sepa, ellos te ponen trabas, te aíslan. El asesinato de la joven peruana podría perjudicar el turismo, pero no es todo. En Montañita los dueños de los locales también han recibido llamadas extorsivas. Les piden dinero. Hace más de un mes, a una joven chilena la llamaron por teléfono y le dijeron: ‘Tienes que pagar 500 dólares si quieres trabajar’. Hay cosas que están pasando acá y que también deberían darse a conocer”, revela.
Comunero
Los asaltos y robos, según Mariana, también se han vuelto frecuentes. Se necesita mayor presencia policial y más patrullajes.
“Los policías llegan cuando ya todo ha pasado. A un amigo que le robaron el teléfono no le dieron atención oportuna. Los agentes alegaron que tenían una emergencia en otra localidad y se fueron”, narra.
Jamila de Guevara, administradora de un local situado en la calle Guido Chiriboga, afirma que quienes participan en los actos delictivos no son personas que habitan en la comuna, sino individuos que llegan de otras zonas y se asientan en este lugar aprovechando la afluencia de turistas.
“Mi familia vive en Quevedo y allá hay mucha delincuencia. Yo antes decía que Montañita es un paraíso de paz, porque aquí no pasaba nada. Ahora en los feriados nos preparamos para recibir a los turistas, pero también a los delincuentes. Los pillos llegan de otras ciudades e incluso de otros países”, asegura.
A Margarita, otra comerciante, quien también pide la reserva de su identidad, le preocupa que el crimen de la extranjera vaya a mermar la presencia de visitantes durante los cuatro días del feriado que comenzará el jueves 3 de noviembre. También aclara que los delincuentes no son personas del balneario.
“Estoy sorprendida, Montañita es un pueblo turístico. A pesar de que el peligro está en todos lados, es preocupante que ocurra esto aquí, porque es una comuna pequeña. Los pillos vienen de todos lados”, dice la mujer, originaria de Manglaralto.
El vicepresidente de la comuna, integrada por aproximadamente 1.400 socios, Gregori Rosales, indica que es preocupante la inseguridad que está azotando al balneario, ya que siendo un destino turístico se ha vuelto presa fácil para los criminales.
Cuenta que por ello se ha creado un equipo de seguridad voluntario integrado por comuneros. “Es la forma que hemos encontrado para afrontar este problema. En este momento (durante la entrevista, a las 14:00 del jueves 27 de octubre), a través de un chat comunitario nos informan que hay personas en actitud sospechosa merodeando el lugar”, sostiene.
Este esquema incluye a nativos, residentes, socios comuneros y dueños de negocios de Montañita, y sirve para alertar cuando ocurre algún acto delictivo.
“De esta manera tratamos de parar el desenfreno delincuencial que existe en Montañita. Ellos no tienen autoridad para detener, pero lo que sí hacemos es llamar a la policía. La única arma con la que cuentan es una linterna”, lamenta Rosales.
Dos asesinatos, dos bandas
Se conoce que dos bandas criminales se disputan el territorio para la venta de droga en Montañita, devela a este Diario el comandante de la subzona Santa Elena, el teniente coronel Wilfrido Salguero.
Una de las organizaciones delictivas es conocida como Los Colombianos, integrada por personas de ese país y ecuatorianos. La otra corresponde a Los Choneros, quienes quieren tomar el control y apoderarse del territorio para cometer sus actos delictivos.
“La banda Los Colombianos ya tiene tiempo asentada en la comuna. Nosotros como policía hemos realizado una contención de hechos delictivos. Sin embargo, en lo que va del año se han registrado dos crímenes por delincuencia organizada”, añade.
Durante 2022 solo se registran 34 eventos delictivos, 16 de ellos han sido robos. “Tenemos una contención del fenómeno delictivo que se ha desarrollado en este territorio. Para este feriado hemos pedido refuerzos, para que nos apoyen con la presencia policial y aumente nuestra capacidad operativa. Se prioriza a Montañita por ser un polo de desarrollo económico”.
Con el objetivo de aplacar la delincuencia para el feriado de difuntos, Salguero ha solicitado la presencia de otros 21 uniformados, a más de los 22 (dos oficiales y 20 de tropa) destinados a la seguridad de los ciudadanos que residen en este balneario, que está dejando de ser un paraíso y podría convertirse en una ‘montañota’ de inseguridad.