Lo primero que Linda Yamileth Rodríguez Angulo hizo al despertar luego de escuchar el estruendo, producto de la explosión por acumulación de gas que destruyó la casa donde residía, fue pensar en sus cuatro hijas. Ocurrió la madrugada de este viernes 31 de mayo, en la cooperativa Ebenezer, en el sector de Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil.

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En medio de los escombros caminó hasta la habitación donde dormían su niña de 9 años, las dos gemelas de 4 y la más pequeña de 2. Allí todo era desolador. Las menores de edad habían quedado aplastadas por las paredes. A una de ellas incluso le había caído un pedazo de cemento en la cabeza, lo que le provocó un corte. 

“Estábamos dormidos cuando ocurrió toda esta pesadilla. Me desperté asustada, grité: ‘mis hijas, mis hijas’, pensé que estaban muertas. No las veía, estaban aplastadas. En medio de esta desgracia, la mano de Dios nos salvó a todos, en especial a ellas”, expresó la guayaquileña de 29 años, mientras con miraba cómo sus familiares y vecinos removían los escombros de lo que hasta horas antes fue su hogar.

Con la ayuda de su suegro logró rescatar a las niñas. Luego llegaron los vecinos y les dieron los primeros auxilios hasta que arribaran los paramédicos del Cuerpo de Bomberos.

Linda, junto con su esposo Anthony Ortega Márquez, quien es el padre de sus niñas, tomó la decisión de emprender un negocio en uno de los locales de su casa, donde han residido desde que se casaron hace 11 años, debido a la falta de oportunidades laborales

Desde el jueves 30 de mayo, horas antes de la tragedia, la pareja vendía desayunos y almuerzos en la casa que es propiedad del papá de Anthony.

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“Antes trabajaba haciendo fletes en mi motocicleta, pero me quedé sin moto y le dije a mi esposa que aprovechemos el local y que vendamos comida. Nuestra preocupación era tener plata para la comida de nuestras hijas. Ahora estamos peor que antes, en la calle, sin un techo, sin electrodomésticos. Todo nuestro esfuerzo quedó destruido”, comentó Anthony.

En el momento de la explosión, un pedazo de pared cayó encima de las piernas de este padre, de 29 años, por lo que quedó inmovilizado. Luego fue rescatado por sus vecinos y, al igual que sus hijas, llevado a una casa de salud.

Jeniffer Castillo, prima de Linda, reside a nueve cuadras de la casa donde se registró la desgracia. Ayer, 31 de mayo, mientras le brindaba consuelo a sus seres queridos, afirmó que hasta su domicilio se escuchó la explosión, que muchos de los moradores pensaron que se trataba de un atentado cometido por delincuentes.

“Parecía una bomba, nunca imaginé que era en la casa de mis familiares. Como a las 04:00 me llamaron por teléfono para darme esta triste noticia. Gracias a Dios nadie murió. Las niñas tienen golpes en sus cuerpecitos, pero están fuera de peligro. Es un milagro que todos estén bien. La casa ha quedado prácticamente destruida, pudieron morir aplastados”, señaló.

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