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Migrantes quiteños que buscaron el sueño americano fueron enterrados en familia
Una pareja intentó llegar a la ‘Yoni’ por dos ocasiones. La primera fueron deportados. En la segunda fueron con sus hijos y murieron en el camino
Los pequeños féretros en donde estaban los cuerpos de los niños Jairo y Daira fueron enterrados junto a la tumba de sus padres Jhon Cruz y Gladys Yasac, en el cementerio de Chillogallo, en el sur de Quito.
La tarde del sábado 8 de abril, los parientes de la familia de migrantes los despidieron con una caravana.
En el capó del carro que lideraba la procesión estaba una gigantografía con la última foto de los cuatro quiteños que se tomaron en la frontera de Panamá y Colombia. Días después, el 15 de febrero, murieron cuando el bus en el que viajaban —junto a otros 62 migrantes— se cayera a un barranco en el límite de Panamá con Costa Rica.
Desde entonces, la familia “sufrió un martirio para repatriar sus cuerpos”, según José Pérez, cuñado de la pareja fallecida. El hombre contó que las autoridades jugaron con el dolor que tenían ellos y los allegados de los 40 muertos.
En un inicio tenían la esperanza de que sus parientes sobrevivieron a la tragedia porque las autoridades ecuatorianas informaron, un día después del accidente, que no había compatriotas fallecidos.
Sin embargo, más tarde se enteraron de que los suyos sí eran parte de las víctimas mortales. Pérez dijo que rogaban a las autoridades para que les ayudaran a repatriar los cuerpos de toda la familia, pero no fue así. El 17 de marzo les entregaron los cadáveres de Jhon y Gladys, mientras que el de los dos pequeños lo hicieron el jueves 6 de abril.
“Recién podemos decir que descansan en paz”.
Sueño americano
Jhon Cruz era pintor y su esposa, Gladys Yasac, costurera. La crisis económica e inseguridad que se vive en el país fueron las razones principales para que los dos tomaran la decisión de migrar a la ‘Yoni’.
Pérez contó que su primer intento lo hicieron a finales del año pasado, pero fueron deportados antes de pisar tierras ‘gringas’. Meses después, unos amigos que habían llegado al ‘sueño americano’ “les dijeron que estaba fácil de llegar y que estarían dejando pasar entre familia”. Ahí fue cuando decidieron llevar a sus hijos.