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Emma Zambrano no pudo contener las lágrimas. Atrás, el féretro con los restos de su yerno.Anny Bazán

El viaje más triste de sus vidas: manabitas llegaron a Guayaquil para sepultar a sus hijos

Una pareja vino por primera vez al Puerto Principal pero para un evento doloroso: los funerales de su hija y yerno, que murieron días después de una explosión de la que fueron víctimas.

Una tragedia hizo que los manabitas Emma Zambrano Sacoto y Rumaldo Zambrano Zambrano pisaran por primera vez suelo guayaquileño.

La tercera de sus cuatro hijos, Emma Isabel, de 36 años, murió la noche del jueves, siete días después de la explosión que también provocó el deceso de su esposo, Jefferson Orlando Cevallos Beltrán y que, además, mantiene hospitalizados a sus niños.

Emma, de 62 años, y Rumaldo, de 68, partieron desde el recinto Los Quemados, del cantón manabita San Vicente, y se trasladaron a Guayaquil, para asistir al velorio y sepelio de su hija y de su yerno.

“Fue el viaje más triste de nuestras vidas. Viajamos cinco horas, pero no para conocer esta ciudad, a la que nunca habíamos venido, sino para velar y sepultar a mi hija y a su esposo”, manifestó con su voz entrecortada Rumaldo.

El manabita contó que cuando han salido del recinto, en el que han residido toda su vida, solo han avanzado hasta el cantón Jipijapa, en donde habita un familiar.

“Nosotros somos del campo, hemos vivido toda nuestra vida de la cría de animales, de la cosecha. Mis hijos se radicaron en otras provincias, mi hijo mayor vive en Machala, mi otra hija en Quito, pero esta tragedia nos ha reunido, lamentablemente, para sepultar a mi Chabelita (así llamaba de cariño a su hija)”, aseveró Rumaldo.

Emma recordó que el viernes 6 de mayo estaba haciendo las labores domésticas, cuando la ‘timbraron’ al celular. “La hermana de mi yerno fue quien nos avisó. Nos dijo que en la casa donde vivía mi hija con su familia había ocurrido una explosión y que ellos estaban hospitalizados. Tenía la esperanza de que se iban a recuperar”, expresó llorando la sexagenaria.

Jefferson y Emma fueron sepultados la tarde de ayer en el camposanto Jardines de Esperanza. Sus cuerpos no pudieron ser velados en la misma sala.

Recordó que 15 días antes de la desgracia, Emma y sus niños de 13 y 4 años visitaron su tierra natal, a donde no habían ido desde que comenzó la pandemia. “Permanecieron cinco días, fueron a la playa, comieron los platillos que les preparé con tanto amor. Los primeros años que se radicó en Guayaquil lloraba cada vez que se iba. Esta vez fue a mí que se me salieron las lágrimas. Mi hija me dijo: ‘Mamita, no llores, pronto nos veremos’. Quién iba a creer que sería en estas condiciones”, manifestó Zambrano.

La progenitora rememoró que Emma y Jefferson se conocieron hace 16 años y que su hija cursaba el último año del colegio cuando ella se los presentó como ‘un amigo’.

“Recuerdo que me dijo: ‘Mami, él es mi amigo, es de Guayaquil’. Luego me enteré de que eran novios. Nosotros lo aceptamos porque era un buen muchacho. Ellos estuvieron juntos en las buenas y en las malas y ahora hasta la eternidad”, expresó la señora, mientras sus ojos miraban el féretro donde reposan los restos de su yerno.

Rumaldo interrumpió el relato de su esposa para contar que Chabelita no los visitó por más de dos años, por temor a contagiarlos de la COVID-19, y que hace un mes insistió en verlos y pasar unos días con ellos. “Quizás presentía que algo malo le iba a ocurrir. Fue para despedirse de nosotros. Hoy nosotros viajamos para decirle adiós”.