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Madres de víctimas de femicidio en Ecuador: Guerreras por amor y justicia
El coraje es la principal ‘arma’ de las progenitoras de 17 féminas asesinadas por sus esposos o exparejas. Juntas aplacan su dolor y exigen a las autoridades que el asesinato de sus ‘princesas’ no quede en la impunidad
No llevan traje de heroínas. Tampoco se protegen con una armadura. Pero con un corazón lleno de coraje, batallan cada día hasta poder conseguir justicia para sus hijas. Desde hace 10 meses, el destino hizo que un grupo de madres de 17 mujeres cuyas vidas acabaron en manos de sus esposos o exparejas, se unieran para batallar por una misma causa.
El amor y el anhelo de que los responsables de sus tristezas paguen con cárcel son el abrigo con el que han mitigado sus penas y a su vez el ‘arma’ que utilizan en cada plantón al que acuden, aunque la causa no sea la suya, pero sí la de una familia que vive su misma tragedia y que aún no encuentra consuelo.
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Desde el 10 de agosto de 2014 (cuando el crimen de mujeres fue tipificado como femicidio) hasta el 30 de abril de este año en Ecuador, 1.503 féminas han sido asesinadas, de acuerdo con información proporcionada por la Alianza Feminista para el Mapeo de Femicidios (ver infografía).
Una muestra de perseverancia, firmeza y sobre todo fortaleza es la quiteña Anabel Campos Martínez, de 54 años. El 8 de octubre de 2019 mataron a puñaladas a la segunda de sus tres hijas, Valeria Mabelly Vargas Campos. Desde octubre de 2022 lidera a un grupo de familiares que, como ella, buscan que los responsables paguen por haberles arrebatado al motor de su vida.
El autor intelectual del asesinato de Valeria trató de burlar a la justicia y hacer pasar el crimen como un secuestro. Pero el instinto de Anabel no se equivocó: tres meses después del hecho corroboró que su yerno, Jean Paúl Galarza Pisco, fue el mentalizador de su muerte. La pareja y su niño de cinco años habían llegado de España. El cuerpo de la joven, de 24 años, oriunda de Esmeraldas, fue encontrado en La Ladrillera, en el noroeste de Guayaquil. Fue degollada y apuñalada.
“Durante el funeral presentía que algo ocultaba. Antes de que llegaran a Ecuador hablé por teléfono con mi hija. Me decía que iban a venir a Ecuador por mi cumpleaños, pero no me daban fecha de su arribo. Recuerdo que me reveló: ‘No soy yo la que no te quiere decir, es Paúl’. Hablé con él mediante videollamada y me dijo: ‘Es una gran sorpresa que le tengo’. Nunca pensé que su sorpresa era el asesinato planificado de Valeria”, narra con tristeza.
Las dudas que tenía acerca de la inocencia de su yerno comenzaron por la frialdad con la que actuó durante el funeral. Luego la conversación con una amiga de su hija incrementó su sospecha. La joven le contó que en España, Valeria era víctima de maltrato y que incluso había sacado una boleta de auxilio. “Mi hija lo denunció allá. Él le advirtió: ‘Te voy a matar, nadie de tu familia sabrá, porque estás lejos y te voy a quitar al niño’, según consta en el documento. Con esto corroboré mis dudas”, asegura.
La versión del hijo de la pareja en la cámara de Gesell (habitación condicionada para permitir la observación con personas) y la triangulación de llamadas también formaron parte de las evidencias con las que contó la Fiscalía para hallar responsable a Galarza y a otras cuatro personas.
Sin embargo, pese a todas las pruebas, en enero de 2020 él logró salir del país. Finalmente, luego de 44 meses del crimen de Valeria, el 16 de junio pasado Jean Paúl fue detenido en Düren, ciudad de Alemania.
Anabel cuenta que la sed por justicia fue el impulso que la condujo a crear Madres Coraje, agrupación de madres que desde el 1 octubre de 2021, con carteles, un megáfono o simplemente con una camiseta en la que están estampados los rostros de sus hijas, se paran afuera de una dependencia judicial, de un parque o incluso de la Presidencia de la República para pedir justicia.
“Somos una agrupación sin fines de lucro. Nuestro objetivo es que quienes nos hicieron daño paguen. Nos conocimos en el 2022, cuando fuimos a un plantón para apoyar a la mamá de María Belén Bernal (asesinada en Quito en el 2022). Intercambiamos números con madres cuyas hijas también han sido víctimas de femicidio, comenzamos a ir a plantones, gritamos ya no solo por nuestras hijas sino por todas las mujeres maltratadas”, afirma Campos, quien vende comida para cubrir los gastos de su hogar y para desplazarse a apoyar a otras madres.
- POR UNA MISMA CAUSA
Anabel no está sola. A su lucha se suman madres y familiares de otras víctimas de femicidio. Como Amelia Merchán Cruz, cuya hija, Evelyn Lisbeth Pilay Merchán, de 23 años, fue asesinada en abril de 2019. Su cuerpo fue hallado en osamentas en la parroquia Sabanilla, en Pedro Carbo (Guayas). Hay dos personas procesadas: su conviviente, quien está prófugo, y su suegro, quien se encuentra con medidas cautelares por ser de la tercera edad. El 17 de julio próximo se resolverá el estado judicial del señor. “Ellos hacían que nos ayudaban a buscarla, pero todas las pruebas condujeron a que eran los asesinos”, asevera Amelia.
Sindy Quiroz, cuya hermana, Germanía Jahayra Quiroz Sánchez, de 23 años, fue asesinada a puñaladas el 18 junio de 2019 en la comuna Buenos Aires, de la provincia de Santa Elena, también forma parte de Madres Coraje.
Con pesar relata que su progenitora también fue atacada por Claudio Véliz, conviviente de su ñaña. “Él fue sentenciado a 34 años y 8 ocho meses de cárcel por femicidio, pero no por la agresión a mi madre, a quien dejó postrada. Aquí todas somos una”, dice Sindy mientras levanta su mano en señal de protesta.
Katty Muñoz, la madre de Lisbeth Baquerizo, asesinada en diciembre de 2021, es otra de las mamitas que integran esta agrupación. Afirma que su lucha sigue en pie, ya que el responsable de la muerte de su hija, Luis Hermida Núñez, continúa prófugo de la justicia.
Baquerizo, de 30 años, fue encontrada sin vida junto a la escalera de su hogar en una urbanización de la vía a la costa. La tarde del pasado miércoles fueron sentenciados por fraude procesal su suegra y el médico que emitió y firmó el certificado de defunción sin una autopsia. “Somos mujeres que nunca antes nos habíamos visto, pero nos une una misma tragedia: el asesinato de nuestras hijas. Somos heroínas por amor y justicia. Nos queremos viva”, recalca Muñoz.
Y aunque por el asesinato de su hija, Adriana Camacho, y de su nieto, Santiago, sentenciaron a Érick Gustavo Ortega Narváez a 34 años y ocho meses de prisión en febrero de 2021, Patricia Bermúdez también forma parte de Madres Coraje y respalda en los plantones a sus compañeras de tragedia.
Adriana y Santiago fueron asesinadas el 24 de febrero de 2020 en el sur de Guayaquil. Los envenenaron y estrangularon. Hace pocos días Ortega recurrió a la tercera instancia, apelando a la Corte Nacional de Justicia para que anulen el juicio. “Dios permita que la justicia brille. Aquí todas somos hermanas, nos ayudamos unas a otras. Cuando me convocan, hago lo posible por asistir. Hemos podido conversar de nuestro dolor, hacemos terapia comunitaria, nos apoyamos en los procesos. Es mejor que estar sola”, afirma Patricia afuera de la Unidad Judicial del Albán Borja, donde tantas veces también realizó plantones para pedir justicia por su hija y por su nieto.
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