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Olga Birtos aguarda una luz en su vida: terminar sus estudios
Olga Britos quedó ciega hace 13 años, pero esto no ha sido impedimento para graduarse de bachiller. Anhela trabajar y terminar su carrera de Derecho.
Han sido 13 años a oscuras. Olga Elena Britos Montalvo solo siente las cosas que rodean su vida. No puede ver. La uveítis, una inflamación ocular que afecta al iris, empezó a cegar su visión cuando ella tenía 21 años y su primer hijo, 4.
Ahora, a sus 36 años, va por su tercer vástago. Tiene 32 semanas de embarazo y aún guarda la esperanza de algún día volver a disfrutar los colores del mundo, así como la alegría de su familia. De lograrlo sería un milagro.
“Deseo volver a ver el rostro de mi hijo mayor, conocer el de mi segundo niño y el de la bebé que está en mi vientre. Pero también quiero tener un trabajo para volver a estar juntos y seguir con mi carrera de Derecho”, comentó la mujer, quien habita en la cooperativa Los Helechos, del cantón Durán, Guayas.
Tiempo atrás, Olguita, como cariñosamente la conocen sus familiares y amigos, se sometió a una serie de exámenes cuando empezó a experimentar dolor ocular, enrojecimiento y visión borrosa. Los especialistas le diagnosticaron la enfermedad ocular.
“Mis ojos comenzaron a ponerse rojos, me ardían, al siguiente día solo veía sombras, así estuve por mes y medio. Pero con un tratamiento y medicamentos pude recuperar la visión.
Los médicos me advirtieron que la enfermedad era como un vaivén y que podía volver en cualquier momento”, recordó.
Al cabo de un año volvieron los síntomas, esta vez fueron más fuertes. “De un momento a otro, con mi ojo derecho no veía nada y con el izquierdo, solo un cincuenta por ciento. Para ese entonces estaba embarazada de mi segundo hijo. El mayor ya tenía cuatro años”.
Durante los primeros meses su mamá y su hijo mayor la ayudaron con el cuidado del recién nacido. Ella no quería que su ceguera fuera obstáculo para cumplir una de sus metas: ingresar a una escuela de no videntes para estudiar y aprender destrezas que le permitan valerse por sí misma.
“Esto, al parecer, no fue del agrado del padre de mis hijos. Él comenzó a sentir celos, no estaba de acuerdo con que yo saliera de casa y estudiara, entonces tomamos la decisión de separarnos. Lo hicimos por mutuo acuerdo. Ya las discusiones eran más frecuentes y mis niños las escuchaban, no queríamos hacerles daño ni verlos sufrir”, sostuvo.
Tras la separación, los niños quedaron al cuidado de Olga. Ella habita en la casa de una tía, pero hace dos años uno de sus hermanos, su cuñada y tres sobrinos también se mudaron al mismo inmueble.
“La situación es incómoda, mi espacio en la casa se redujo a un cuarto. Le pedí a mi ex que se llevara a los niños, aquí ya estábamos estrechos. Mi anhelo es trabajar para poder alquilar un vivienda o que me den facilidades para obtener una casita”, contó.
Pese a esto, Olga decidió darse una segunda oportunidad en el amor y hace poco más de un año, por medio de una amiga, conoció a un hombre con el que mantiene una relación sentimental. Él es el padre de la bebé que lleva en su vientre y a la que considera “un regalo de Dios”.
Ayuda
Sin bono para discapacitados
Hasta hace un año y medio, Olguita recibía 50 dólares por el bono de desarrollo que el Gobierno otorga a las personas con discapacidad. Ella tiene el 85 por ciento.
“Me lo quitaron sin previo aviso, porque supuestamente mi nivel socioeconómico es del 45 por ciento y no requería del bono de ayuda. He tratado de averiguar si por mi discapacidad puedo aplicar para una vivienda, pero me dicen que no califico”, mencionó.