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Madre pide que le devuelvan a su hija
La menor de edad fue sacada de Francia por su padre sin el consentimiento de su expareja. Ambos fueron vistos en Quito, en Tumbaco.
Valérie ha vivido ocho meses de angustia sin saber nada de su hija Tessy, de 3 años, raptada supuestamente por su padre Jean, en Francia.
En febrero, él se llevó de vacaciones a la niña y tras seis días debía devolverla a su mamá, pero no lo hizo. Lo que Valérie recibió fue una llamada de Jean diciéndole que saldrían del país, noticia que la alteró al punto de golpear desesperada las paredes de su casa.
Ella lo denunció con la policía de su país porque allá es un delito llevarse a los hijos cuando la custodia es de las madres. En ese momento, comenzaron a rastrear el movimiento migratorio de ambos.
Los investigadores dijeron a Valérie que Jean y Tessy recorrieron tres naciones antes de asentarse en Quito (ver infografía). En ese trayecto, él le enviaba correos electrónicos explicando que todo está bien. Sin embargo, jamás la puso en contacto con la pequeña.
La extranjera inició una ‘cacería’ para dar con su expareja y hallar a Tessy, rubia y de ojos azules. En julio, Valérie tomó sus cosas, guardó los juguetes de la pequeña y viajó a Ecuador.
La travesía
Desde entonces el infierno se instaló en la vida de la extranjera porque llegó a un país que no conoce ni tampoco habla su idioma. Por suerte, pudo encontrarse con una amiga con quien vive en su departamento, en el norte de Quito. Se llama Anaïs Bettencourt y ella la ha acompañado en los largos recorridos que han hecho en la capital, especialmente en Tumbaco, donde hubo testigos que vieron a padre e hija.
En ese lugar se presume que alquilaron un departamento. Sin embargo, no los han localizado. “Hemos ido a Cumbayá, Los Valles, Sangolquí”, dice Anaïs. En cada trayecto se han acercado a las personas, les han mostrado la fotografía de Tessy y han preguntado si la vieron.
Al mismo tiempo pusieron la denuncia en la Fiscalía, y la Policía ecuatoriana también está buscando al hombre que tenía un restaurante en Nimes –ciudad francesa– pero que quebró antes de la pandemia.
Valérie admite que presentía que esto podía suceder luego de la separación con Jean, quien la acosaba mucho. “Incluso llegó a ponerme un GPS en el auto”, cuenta en la casa de Anaïs.
A pesar de todo, ella no quiso cortar el vínculo que Tessy formó con su padre por lo que le permitía verla en Nimes. Todo cambió cuando la mujer obtuvo un trabajo en un spa en la ciudad de Tolouse, a más de dos horas del otro poblado.
Jean le reprochaba constantemente el haberse cambiado de casa, por lo que Valérie cree que el rapto se produjo como una venganza. “Lo único que quiero es volver a ver a mi hija”, suplica la mujer a través de Anaïs, su traductora.
Anhela abrazar a Tessy con quien compartía muchas cosas en Francia. “Le gustaba jugar al papá y a la mamá con sus muñequitos. Le preparaba comidas y en especial le regalaba chocolates, lo que le encantaba”, rememora Valérie, mientras ojea con nostalgia los cuentos que le leía a su hija, libros que la acompañan en este amargo momento.