Sentado en una banca de madera, en el patio de su casa, en Chilibulo, sur de Quito, Elvis Patate acaricia a su gatita y sueña con ser un ingeniero en mecatrónica. “Anhelo ayudar a las personas que no tienen brazos ni piernas”, dijo.

El adolescente quiere construir prótesis robóticas para quienes perdieron alguna extremidad por un accidente o enfermedad catastrófica, como es su caso y el de sus ‘compañeros de lucha’ contra el cáncer.

Su madre, Lucero Carguacundo, ha luchado por años para que él obtenga el carné de discapacidad, pero, según ella, no le quieren dar porque los doctores no consideran que la condición de Elvis cumpla con los requisitos médicos para entregarle el documento.

Al adolescente, de 13 años, le detectaron cáncer ocular cuando tenía cinco y le extirparon el ojo izquierdo. Luego, los doctores le indicaron a su mamá que Elvis debía recibir quimioterapias para que no desarrollara una infección. Le advirtieron que podría morir en la primera sesión. Esa noticia fue devastadora para ella porque creyó que no volvería a ver a su hijo.

Sin embargo, la mujer se armó de valor y apoyó en todo el procedimiento quirúrgico de su hijo. A los pocos meses de su operación, Elvis recibió un documento de discapacidad por enfermedad catastrófica, pero un día, luego de salir de una sesión de quimioterapia, en el norte de Quito, un asaltante le arranchó la cartera a su madre y perdieron la credencial.

Desde ese entonces, Lucero, de 31 años, ha intentado de todo para que su hijo pueda contar de nuevo con un carné.

Según el Consejo Nacional de Discapacitados (Conadis), entre los beneficios que tiene el portador de este documento están: rebajas en los servicios básicos, la devolución del Impuesto al Valor Agregado (IVA), exoneración de la tarifa de transporte, importación de bienes exentos del pago de tributos, entre otros.

Lucero mencionó que el carné le serviría para escoger mejores colegios y universidades donde su hijo pueda estudiar sin problemas de acoso. “Elvis sufrió mucho en la escuela porque los otros niños se burlaban de él”, recordó.

A Elvis le negaron el documento porque, según ella, los doctores consideraron que la pérdida del ojo no era suficiente para considerarlo una discapacidad. “Pero hay otros que hasta traen vehículos lujosos con el carné solo porque les duele la uña”, rezongó.

Se analiza contexto de vida

Xavier Torres, presidente del Conadis, afirmó que para evaluar el porcentaje de discapacidad de una persona no se mira si carece o no de un órgano o extremidad, sino que se analiza el contexto de vida que tiene el paciente con su deficiencia.

Es decir, si las condiciones especiales de una persona le impiden realizar con normalidad una actividad diaria, un equipo multidisciplinario de médicos, psicólogos y trabajadores sociales determinan el grado de complejidad de la afectación y calculan el porcentaje. “No solo influyen los aspectos médicos, sino también los económicos, familiares y emocionales”, explicó.

En el país existen 485.325 personas con discapacidad, según datos del Conadis. En Pichincha hay 77.223.

La familia de Elvis es de escasos recursos. Lucero se quedó sin trabajo antes de la pandemia. Hasta ahora ha gastado más de 100 mil dólares en la recuperación del adolescente.

Trabajó doble turno en los baños de un centro comercial, realizó peñas solidarias y se endeudó con entidades financieras con el único objetivo de verle con vida a su pequeño.

Ahora pide la ayuda para comprar la prótesis de Elvis que cuesta 3.000 dólares. Ella y su hijo fabrican mascarillas para reunir dinero y solventar los gastos de su medicina, pero no es suficiente.

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