Que terminará como el expresidente sirio Bashar al Asad: derrocado. Eso fue lo que dijo el expresidente español Felipe González sobre la investidura de Nicolás Maduro como el jefe de Estado de Venezuela por los próximos seis años.

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González, por su parte, aseguró que lo protagonizado por Maduro fue “un golpe de Estado”, además de considerar que “el régimen (de Maduro) está acabado”. “Este señor no solo es un tirano que ha dado un golpe de Estado, sino que en realidad es el artífice de una ‘robolución’, no representa a nadie, cada vez menos, y cada vez está más cerca de lo que le ha pasado al (expresidente) de Siria”, expresó.

Ahora Nicolás Maduro, además de haber sido juramentado como presidente de Venezuela, también es un objetivo de alto valor de Estados Unidos.

La mañana del mismo día de su posesión, el Gobierno de Joe Biden subió la cifra de la recompensa por la captura del mandatario venezolano. Esta pasó de 15 a 25 millones de dólares y se la considera como la nueva batería de sanciones que impone la administración actual ante su juramento frente a la Asamblea Nacional, que es de mayoría oficialista.

El líder chavista no es el único buscado por la justicia estadounidense. Por Diosdado Cabello, ministro del Interior en Venezuela, y por Vladimir Padrino, ministro de Defensa, ofrecieron otros 25 y 15 millones de dólares respectivamente.

Asimismo, el presidente de la petrolera estatal PDVSA, Héctor Obregón Pérez, y el ministro de Transportes, Ramón Celestino Velásquez, fueron sancionados económicamente por los ‘gringos’.

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Un alto cargo del Gobierno explicó en una rueda de prensa telefónica que las sanciones impuestas son una respuesta a “los recientes eventos en Venezuela, incluida la falsa toma de posesión presidencial de Maduro”, quien juró el cargo después de que la autoridad electoral lo proclamó ganador de los comicios, sin ofrecer los resultados desagregados de estos.

La misma fuente agregó que González Urrutia “debería prestar juramento hoy como presidente de Venezuela” porque hay “pruebas indiscutibles” de que ganó las elecciones del 28 de julio, de acuerdo con las actas presentadas por la oposición.

Pero Maduro, por su parte, defendió de manera rotunda su investidura y la calificó como una “victoria venezolanista”.

“Esta toma de posesión venezolana, constitucional, no la pudieron impedir y es una gran victoria de la democracia venezolana”, dijo Maduro ante un reducido grupo de invitados, entre ellos los mandatarios de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Nicaragua, Daniel Ortega, reunidos en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, conocido también como el Capitolio, donde según El País no es usual la juramentación presidencial.

Este acto, aunque se realizó a puerta cerrada, contó con la presencia de más de 200 invitados y bajo la ‘mirada’ de los héroes y heroínas de Venezuela, quienes se encuentran retratados en cuadros que adornan el salón. 

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